Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 12 de diciembre de 2023 última revisión
Ante las repetidas peticiones para saber del origen del apellido Mendívil por parte de numerosos ciudadanos que los llevan en todo el mundo, se presenta aquí un apunte de una de sus ramas particulares, concretamente algunos de quienes lo llevamos en Aragón.
Para hacer una pequeña presentación se expone el árbol genealógico conocido y algunos de los escudos heráldicos documentados.
Esta información es orientativa y no significa que cualquiera que lleve el apellido Mendívil, que puede aparecer en cualquier parte del mundo, tiene una relación estrecha de parentesco con otra persona del mismo apellido.
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La información no estará completa sin un paseo por sus tres provincias: Zaragoza , Teruel y Huesca y sus variadas Comarcas, con parada en alguno de sus espectaculares paisajes como el valle pirenaico de Ordesa o el Moncayo o por oposición en el valle el Ebro .
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Para seguir la evolución del Aragonés de Aragón
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8Saliendo enfrente, de los porches de Vega Armijo (centro actual del movimiento de la ciudad), se entra por la calle de la Duquesa de Villahermosa (antes de las mártires Nunila y Alodia), a la plaza del mercado Nuevo, (llamada antiguamente de las Aulas: porque en el edificio de ellas se daba gramática y latinidad, regentada por los jesuítas y controlada y sostenida por la Universidad Sertoriana); todo el centro de la hermosa plaza esta ocupada por el mercado de la ciudad desde 1871, pero tres de sus lados conservan altos y gruesos porches. Por su ángulo Norte, «travesía de Cortes» (ilustre capellán del rey católico y muy devoto de las iglesias oscenses) se entra en la plaza de san pedro el viejo, donde se levanta la iglesia de este nombre, uno de los primeros monumentos de la ciudad de Huesca y el de mas claro interés histórico y arqueológico por llevar en sus piedras la gloria histórica del recuerdo de sus mozárabes, bajo la vida islamizada de cuatro centurias, y por ser el lugar santo donde reposa Ramiro II, el «rey cogulla» y Alfonso, el rey «Batallador», dos de los mas esforzados paladines, forjadores del reino aragonés. (véase: plano general.)
En el lugar que ocupa este monumento venerable, debió existir durante la dominación romana un templo pagano, quizás de carácter gentilicio, junto a una necrópolis. Parece que al realizarse las obras, para la capilla de Santos, urnas, lucernas, etc., y que el gran patricio oscense Lastanosa poseía en su magna casa-museo del Coso un vaso de barro mezclado de oro de estilo romano, procedente del mismo lugar. Igualmente en obras de urbanización a principios del siglo en la plaza aparecieron mas restos con sepulcros y monolíticos tambores o fustes de columnas.
HISTORIA.- La iglesia es una de las mas antiguas de España, aunque el paso de lo siglos la ha ido paulatinamente renovando. Consta documentalmente que ya en el siglo IX los cristianos mozárabes mantenían bajo la dominación musulmana su culto cristiano en la iglesia de San Pedro, dentro del barrio mozárabe o franco. Ello lleva a considerar quizás su origen en la época visigoda. Enclavado en el barrio cristiano, fue el único templo que conservó su carácter cristiano sin ser convertido en mezquita, mereciendo por ello, tras la decisiva batalla en los llanos de Alcoraz y la entrada triunfal de Pedro I, el que juntase en ella a sus Guerreros y prelados para rendir gracias a Dios por la victoria alcanzada. Y fue en ella también en donde sentó su sede el obispo de Aragón, hasta que 20 días mas tarde la mezquita mayor fue purificada y consagrada como catedral. Ya entonces -1096- a San Pedro se le llamaba «el viejo», que demostraba su origen antiguo. Para arreglar querellas a raíz de la conquista, se dio esta iglesia al abad y monasterio de san Ponce de Tomeras (Narbona, Francia, del Condado de Tolosa, entonces enfeudado con Aragón), donación que confirmó el papa Pascual II por Bula de 1107. El abad Frotardo puso en ella Abad y Comunidad, al frente del venerable templo, fue objeto de cuantiosas donaciones.
Durante el año de 1137, el rey de Aragón Ramiro II, tras su corto reinado de tres años, lo suficiente para sacar al reino de la ambición del rey castellano le ponía, cumplido su deber, volvió a retirase a la vida monástica, acogiéndose al monasterio de San Pedro el viejo de Huesca para continuar la de Tomeras, en donde el había profesado desde joven, y que solo había interrumpido para empuñar el cetro. A su nuevo reino religioso consagró la vida, donaciones y rentas: lo mas interesante de lo que hoy queda de su iglesia y claustro a él se le debe. Allí por lo menos vivió mas de 20 años y allí murió, llamándose rey, pero sin inmiscuirse en los asuntos del reino, dirigidos por su yerno Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona. Y en el claustro que él levantó encontró el rincón de reposos a su muerte.
Poseía San Pedro el Viejo un sin número de iglesias, con sus diezmos, primicias y pertenencias, que antes habían pertenecido a San Ponce de Tomares; gozaba el abad de jurisdicción casi episcopal y en algunos casos civil y criminal lo cual dio lugar a pleitos y querellas con el obispo de Huesca D. Vidal de Canellas. También se arregló en aquella ocasión la demarcación como parroquia, aunque el carácter parroquial no dejo de tenerlo nunca. La vida monástica del secular monasterio, termina a fines del siglo XV, siendo su último prior el monje Bernardo de Zapila, cuyo sepulcro con estatua yacente se conserva en la capilla de San Bartolomé, del claustro enfrente del sarcófago de Ramiro. Fue su segundo prior, no monacal, D. Juan Cortés (sobrino de su homónimo, capellán del rey católico, y por este nombrado prior) de la familia oscense de Torresecas. Que se distinguió por algunas obras y donaciones que a la iglesia hizo. El priorato fue definitivamente suprimido por el Papa Paulo III a instancias de Carlos V y de la ciudad de Huesca, y sus rentas y jurisdicciones pasaron al Colegio Imperial y Mayor de Santiago que acababa de fundarse.
Los derechos sobre racioneros y beneficiarios pasaron por Bula pontificada adjudicados a la ciudad. De esta manera el antiguo y rico esplendor del famoso monasterio de san Pedro el Viejo fue quedando reducido y pobre, hasta que Felipe II suplicó a S. Pío V que lo redotase de rentas desmembradas del monasterio-abadía de Montearagón, como así se hizo, aunque en compensación fueron impuesta la obligación del cante de las Horas en coro y otras devociones importantes en honor de los santos niños Justo y Pastor, que parte de sus reliquias conserva la iglesia. En 1684 el obispo D. Ramón de Azlor levantó el pórtico que hoy sirve de entrada a la iglesia; al mismo tiempo que se cerraba tapiando la puerta principal que tenía el frente occidental del templo. Últimamente, en 1845, fueron traídos del castillo ruinoso de Montearagón los restos de Alfonso el Batallador, que han venido a unirse a los de su hermano el rey monje, tras una separación de siete siglos. Declarado monumento Nacional en fecha de 1886, ha sido objeto de algunas restauraciones muy poco afortunadas, especialmente en el claustro.
EXTERIOR.- Los recios de su fachada sencilla, ya muestran un carácter medieval, que confirma su maciza torre exagonal, medio derruida hoy, y que es solo un aparte de la que fue esbelta y robusta torre, según nos la describe Aysa, en el siglo XVII. Actualmente en vías de reparación bajo el patronato del Estado. La fachada es sencilla, con solo pequeña cornisa y ventanas a manera de saeteras, dándole un aspecto de fortaleza, que se lo aumenta el ábside, el cual como denota su contemplación no le ha llegado la obra restauradora. El largo pórtico con su cúpula es añadido a fines del siglo XVII por el obispo Azlor. PORTADA: Puerta principal del templo formado por una serie de arcos y archivoltas semicirculares de estilo románico en que no falta el ajedrezado típico de este estilo en tierra altoaragonesa. En su centro se encuentra el Crismon con el PX del monógrama de Cristo y el «alfa» y el «omega» que simbolizan el principio y fin de todas las cosas, sostenido por dos ángeles y un medallón con pequeño corderillo ( principales del siglo XII).
INTERIOR.- Iglesia de tres naves y cruceros; muy variado debido a sucesivas restauraciones, no recordando, no ya la iglesia mozárabe única en la dominación musulmana, pero ni siquiera el famoso monasterio de la orden de San Benito, donde se acogió el segundo de los Ramiro de Aragón para finalizar su vida religiosa. La cal ha revestido sus muros y arcos, las recias columnas románicas que dividían sus naves fueron desmochadas para dar lugar a recios pilares que desfiguraron su planta primitiva; la misma cúpula cegadas sus claraboyas da nuevas tonalidades luminosas al templo.
Es recomendable que se comienze la vista a los pies de la Iglesia de izquierda a derecha.
Lado izquierda 2ª cap. Lad. Evang. Cap. De los Santos Niños Justo y Pastor (hoy de la comunión) añadida al conjunto de edificio en 1643, aunque duraron por falta de medios 37 años las obras, con algunos frescos claro-oscuros de Tom. Peliguet (por 1566) el arac (que luego fue dorada) que contiene los cuerpos de los infantes mártires, parece (según el P. Huesca) que procedía de la Sinagoga, lo cual no es inverosímil, ya que cuando se trajeron los santos cuerpos, hacia solo siete años de la expulsión de los judíos y en Huesca tenían su «judería» o barrio propio y es natural que poseyesen su sinagoga. En la parte baja del altar (de estilo de mal gusto) lienzo de la degollación de los Santos Niños.
LEYENDA.- Justo y Pastor en Cómpluto (Alcalá de Henares) siendo martirizados en tierna edad, bajo la persecución de Diocleciano (s. II) Se pierde el recuerdo de sus restos, durante algunos siglos. Cuenta la leyenda que San Urbez o Urbicio en el s. VIII, en los años de la invasión musulmana, gran devoto de los santos, realizó un viaje a Compluto y recogió los cuerpos llevándolos al valle de Nocito (sierra de Guara) donde él se había retirado a una vida de anacoreta. El santo ermitaño, quiso ser enterrado junto a ellos en la cueva que había sido el abrigo de su vida de penitencia. Efectivamente, los restos se conservaron en Nocito hasta que la Catedral de Narbona (Francia) alcanzó de Ramiro II, gran devoto de aquella iglesia, parte de sus reliquias, aunque las mayores continuaron en la ermita de San Urbez en Nocito. El que Huesca las posea hoy se debe a la casualidad y al deseo ardiente de Alcalá de Henares en conservar aquellos cuerpos venerados: ya D. Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo, interesó al rey Católico D. Fernando para que fuesen llevados a la patria del Henares y D. Alfonso, hijo natural del rey (y arzobispado de Zaragoza) interesó a los de Nocito para ello, sin que se lograse sus propósitos. Cuenta el P. Huesca y Morales que en vista del fracaso, encargaron a dos religiosos, que secretamente robaron los sagrados cuerpos hacia 1480, y enterados los de Nocito, les dieron alcance y fueron milagrosamente restituidos. Pero no terminaron aquí las vicisitudes de las reliquias. El cardenal Ximénez de Cisneros en 1499, renovó la intención de llevar a Alcalá los cuerpos, y el virrey de Aragón, que era el arzobispo, bastardo del rey Católico encomendó la empresa a unos bandoleros, que efectivamente lo realizaron, pero cargados de su precioso robo, anduvieron varios días perdidos en la sierra por las nieblas, y tras haberlos ocultados en un sepulcro vacío de San Miguel de Foces, arrepentidos de su hazaña, los llevaron a Huesca cuando se celebraba la feria de San Martín y los depositaron en una casa de la parroquia de San Pedro. Enterado de ello el prior D. Juan Cortez, los recogió y los llevó solemnemente al templo mientras las campanas milagrosamente tañían por sí solas. Fueron colocados en una capilla dedicada a San Urbez, hasta que en el s. XVII se hizo la actual. Por intercesión de Felipe II con el Papa S. Pío V consiguió que parte de los cuerpos pasasen a Alcalá de Henares y al Escorial, el grandioso monasterio que el estaba levantando.
2.ª Capilla de San Bernardo (sin interés).
En el lado del Evangelio. Crucero se penetra en la anti-sacristía.- forma la caja de la torre, es pieza exagonal, románica por Trompas, de tipo románico del S. XIII. En la sacristía, entre otros objetos diversos, un bello y pequeño relieve de San Jerónimo, de algún discípulo de Forment (s. XVI).
ALTAR MAYOR.- Retablo grande del titular San Pedro, por 1603, de muy escaso mérito artístico, de estilo plateresco con influencia escurialense. Este retablo reemplazó desgraciadamente (según Aynsa) al famoso que consagró en el año de 1241 el arzobispo de Tarragona D. Pedro en los años que reinaba Jaime el Conquistador. Subiendo por escalerilla, espaldas del altar mayor, se encuentra un pequeño oratorio, con pequeño retablo en relieve, de postrimerías del gótico. Epífania, s.XV.
Capilla Derecha del crucero. Retablo pequeño y moderno pero con graciosa imagen de la Virgen, aunque algo retocada, gótica, del s. XIV.
LADO EPÍSTOLA.- Cap. Del Cristo de la Sangre con lienzo curioso de principios del s. XVI del Crucificado con la Virgen y San Juan, y tres ángeles que recogen la sangre de las llagas en copas doradas.
Capilla de San Bartolomé, con imagen movible del santo por 1650.
CORO.- A los pies de la iglesia, con sillería en dos hiladas, protegida por doseletes de gran sencillez, y adornos que denotan las postrimerías del gótico, fue costeado por el prior D. Juan Cortés, capellán que fue el rey Católico y ejecutada por el tallista Juan Bierto por 1506. En el coro existen dos tintinábulos góticos, curioso y de armonioso sonido.
CLAUSTRO.- Uno de los ejemplares mas hermosos del románico español, aunque con claras influencias francesas de Tolosa, y el único verdadero resto del que fue glorioso monasterio. Todo él del s. XII, debido al rey Cogulla: al encanto histórico y artístico debe unírsele el silencio y la paz de que goza y el respeto que debe guardarse a los dos gloriosos monarcas aragoneses que allí reposan: Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje.
En la puerta de ingreso de la iglesia al claustro hay un interesante tímpano de la Epifanía, que es pieza capital para el estudio de los orígenes de la escultura románica española: bajo los arcos divididos en dos cuerpos, presenta en lo alto el Crismón del monograma de Cristo sostenido por dos ángeles y debajo un relieve de la Epifanía curiosísimo: a la derecha, la Virgen sentada presenta al Niño para ser adorado mientras detrás permanece San José, y en el lado izquierdo los tres reyes presentan sus dones separados del otro grupo por la estrella conductora. Se ha creído ver en este relieve como en todos los orígenes del románico la influencia tolosana, pero aquí como en el famosos sarcófago de Dª Sancha (museo de Jaca) ha quedado demostrado (Mr. Porter) como la escuela aragonesa recibiese o no influencia tenía un carácter propio y esencialmente local y autónomo, que es arranque de una escuela artística aragonesa del s. XII, como lo demuestra el tocado de la Virgen, del mas puro estilo español, el relieve en bulto redondo, y la movilidad y relieve en las figuras. Parece de la misma mano que los capiteles de la Seo de Jaca, de Santa Cruz de la Serós, y el famoso sarcófago de Dª Sancha (museo de Jaca). Fines del s. XI.
En todos los muros del claustro y bajo arcos románicos y ojivales, se encuentran sepulcros, sobre todo en el ala S., que presenta una serie de ellos, donde resalta, por ser el mas interesante, una urna sostenida por leones: en un relieve encima de la inscripción, dos ángeles sostienen un alma de formas infantiles que con las manos juntas parece volar al cielo; pertenece a Raimundo Pérez, muerto en 1251; existen otros varios del S. XII y principalmente del XIII, siendo digno de anotarse el relieve que sobre uno de ellos representa al Crucificado con la Virgen y San Juan y otras figuras, que serán los donadores arrodillados y detrás el sol, la luna y dos escudos, todo ello de época ya gótica, pero dignos por su traza artística de ser románicos (principios del S. XIII). Hay también un gran número de inscripciones funerarias del S. XII al XIV incrustadas en los muros laterales. Finalmente, la portada del lado S que da la calle de Cuatro Reyes, es románica de traza sencilla.
Capilla de SAN BARTOLOMÉ.- En el ángulo NE. Del claustro, junto a la iglesia, con capiteles toscos de principios del s. XII y bóveda románica, capilla según la opinión popular de conjuros y espíritus. Aynsa la cree debida a Ramiro II, así como el claustro, de cierta magnificencia y obra costosa para aquellos tiempos, es indudable la existencia de claustro anteriormente, aunque él lo transformaría por completo. Con razón dice Quadrado que los dos sepulcros en los lados de la capilla encierran el período de la vida monástica de San Pedro durante los cuatro siglos que van de conquista de Huesca a los reyes católicos (s. XII al XV). A un lado en alabastro, estatua yacente con cierta majestad, aunque de cincel mediano, gótico de 1590, que representa a Bernardo de Zapila, último prior benedictino del monasterio, antes de su secularización por los reyes católicos, llevando báculo y el libro de Horas en la mano, con dos ángeles arrodillados a los pies. Enfrente el sepulcro de Ramiro II el monje.
Ramiro II (1134-1137) Representa el deber en la historia de Aragón. Desde joven, en tiempos de su padre Sancho Ramírez, el gran paladín de la reconquista pirenaica, fue destinado el tercero de sus hijos Ramiro para la vida religiosa, pero alternó muchas veces los campos de batalla con la vida contemplativa del claustro. Benedictino en San Ponce de Tomeras y mas tarde habiendo ocupado diferentes sedes en Aragón y Castilla, vio morir ante los muros de la ciudad sitiada de Huesca a su padre, y sus hermanos Pedro I y Alfonso el Batallador, que como el se sucedieron en la corona aragonesa. El empuje de la invasión de los africanos almorávides quebró la vida gloriosa de Alfonso el Batallador, que murió de resultas del choque contra ellos antes los muros de Fraga. Ramiro II dejó entonces la vida monástica y religiosa, ante el conflicto de la sucesión del Batallador y las ambiciones del rey de Castilla Alfonso VII y no vaciló en empuñar el cetro en contra de sus aspiraciones, de su carácter y de su vocación. Su corto reinado de tres años fue lo suficiente para consolidar su linaje al conseguir de Dª Inés de Poitiers (sobrina del conde de Tolosa) con quien se había unido con licencia pontificia, una niña D.ª Petronila que recién nacida fue prometida al conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, y contenidas las ambiciones castellanas y navarras y dominada la nobleza anárquica quizás con mano dura (lo que daría lugar a la leyenda de su famosa «campana de Huesca»), cumpliendo perfectamente su misión, volvió a la vida monástica, retirándose a San Pedro el Viejo de Huesca para continuar en él la vida religiosa de Tomeras, interrumpida por aquellos tres años de reinado difícil y crítico.
Los contemporáneos del rey Monje no encontraron mejor lugar a su reposo que el sarcófago romano de un dumviro, probablemente encontrado en la necrópolis de Osca, que ocupó el lugar de la plaza y la iglesia de San Pedro el Viejo: es mediano su relieve, de la época de la escultura romana decadente. Representa en el centro un medallón con figura que lleva toga sostenida por dos genios alados, y debajo un cuerno de la abundancia y recostado un anciano y una ninfa, teniendo en sus extremos dos niños, uno de ellos tocando un instrumento musical. Sobre el sarcófago se ha colocado el escudo de Aragón.
Enfrente de él, modernamente (1845) fue traído del monasterio-castillo de Montearagón, los restos de Alfonso I el Batallador, el conquistador glorioso de Zaragoza y de las cuencas del Ebro y Jalón, las dos venas capitales de la tierra aragonesa. Fue el verdadero cruzado de la reconquista, que en un alarde de valor llegó a dirigir una expedición a través de Levante y Andalucía, que paso a su vida de guerrero incansable y que no tuvo la dicha de realizar su sueño de una prematura unión cristiana nacional por el triste resultado de su matrimonio con la reina de Castilla D.ª Urraca.
Su modesto sepulcro moderno, merecería la veneración de todo Aragón, pues fue el auténtico forjador del reino.
Capiteles del claustro.- el arte románico aragonés parece iniciarse con individualidad propia en la tierra jaquesa con el llamado «maestro del sepulcro de D.ª Sancha», caracterizado por la movilidad de las figuras, por el excesivo bulto en el relieve, y, sobre todo por parecer el origen de una importante escuela de escultura aragonesa. De su mano, o al menos de su escuela, es el tímpano de San Pedro el Viejo, así como algunos capiteles de la Seo de Jaca y de Santa Cruz de la Serós al finalizar el s. XI. Enlazándolos con ellos encontramos ya avanzado el siglo posterior, por 1140, los primeros claustros de la escuela aragonesa, tales como el del monasterio de San Juan de la Peña y el de San Pedro el Viejo. Sin llegar a la originalidad y la perfección de la escuela castellana de aquel tiempo (Silos, Avila, Segovia, etc.), es el claustro oscense pieza muy importante escultóricamente en la evolución del románico, si bien el artista que lo realizó a instancias de Ramiro II, muestra las figuras poco esbeltas y estiliza demasiado monótonamente los ropajes, pero con cierta ventaja del arte de los capiteles de San Juan de la Peña. Estos dos y el ala única que resta de la colegiata de Alquézar, son los únicos muestrarios de los claustros románicos aragoneses.
Es recomendable que se recorra por la galería y por el interior del patio: orden de derecha a izquierda, empezando por el ángulo NW.
Los de los chaflanes se consideran dos:
1.º Entierro de Cristo. 2º El ángel y las Marías ante el sepulcro; un ángel que despierta a los magos. Guarda del sepulcro.
3º Aparición de Cristo tras su Resurrección. «Tú eres Pedro»; apóstoles y aparición a la Virgen.
4º Comiendo con los dos discípulos en Emaus; Tomás pone el dedo en la llaga y cree; Ascensión muy curiosa del tipo románico, que dos ángeles sostienen.
5.º Curiosísima Pentecostés, todos los Apósteles arrodillados y sobre ellos inmensa lluvia de fuego; ceremonia del entierro con gran cruz románica;
6.º Muerte de la Virgen con dos ángeles que bajan para subir la almita; un ángel remueve el sepulcro (son modernas algunas de las cabezas que están pagadas).
7.º Fantástico, de lazos, follaje y hombres con lanzas que las clavan en su cabeza.
8.º (ángulo SW) moderno. 9.º y 10.º Modernos.
11.º Hombres desguijando y otros clavando la espada en dos alados dragones, muy curioso.
12.º Moderno, parecen signos del zodiaco.
13.º Curiosísimo: David tocando el arpa y ante él una mujer muy alta y enormemente encorvada con la cabellera suelta; un sagitario y una sirena (picis) de pechos sensibles con dos peces colgando de ambas manos abiertas.
14.º Grupo de personas, una de ellas a caballo, (parte nueva añadida) pila con cinco cabezas que salen de la, 15º (Moderno).
16.º Animales fantásticos con colas (o serpientes) que buscan los pechos de mujeres desnudas.
17.º (Moderno). 18.º Pajarracos con cabeza humana, que entre cada pareja se comen un chivo.
19.º y 20.º (ÁNGULOS SE. Modernos) 21.º Otros animales apocalípticos que entre dos se comen un borrego.
22º. Brazo grande vestido, de Dios; hombre y mujer que se abraza; enorme carreta arrastrada por dos perros; obispo administrando el Bautismo por inmersión y varias figuras, entre ellas una que lleva a la espalda gran cesto.
24º, 25º, 26º y 27º (ángulo NE)
Y 23º (Modernos con escenas de la vida de la Virgen: los originales desgastados en el museo). 29º Angel (con cabeza grande) despertando a José bajo una arcada; matan a un inocente; huída a Egipto ( con enorme cabeza de asno). 30º (Moderno). 31.º Tentaciones de Jesús con ángeles y demonios y a los lejos la ciudad. 32º (entrada al patio).
33.º, 34.º, 35º, 36º, 37º (Modernos, pasajes de la vida de Jesús: los originales muy desgatados en el museo)
38.º Crucifixión, muy gastada. Ángulo NW.
Callejeo.- Volviendo a la plaza de San Pedro, se recomienda se pase a la de «los Fueros de Aragón», para curiosear rincones viejos del casco antiguo, principalmente el aspecto de la calleja de Alfonso de Aragón, con sus escalinatas al fondo y la mole catedralicia. A mano derecha (calle de San Justo y Pastor) se llega a la plaza del Temple, donde en casa (modesta como el barrio) se encuentran aun vestigios del castillo y muralla, iglesia y algibe de la casa de los Templarios de Huesca. (fueron traídos por Ramón Berenguer, primero en Encomienda, y mas adelante en convento-fortaleza de caballeros-profesos de la Orden).
Retornando a la plaza de San Pedro, sígase por la calle de San Salvador y de los mártires, por creer que en lugar cercano estuvo el pozo donde estuvieron depositados los cuerpos martirizados de Nunila y Alodia, hoy pequeño oratorio), plaza de Arista y el rincón típico de las escalinatas, se tuerce en codo por la calle de las Cortes, típicamente oscense, dejando a la derecha la casa de los Ruiz de Castilla ( hoy antiguo colegio privado: con restados de lujosa ostentación: celosía mudéjar, patio y galería) y enfrente la de los Enas, también de carácter. Mas adelante se encuentra el convento de la Asunción. (ocupa el lugar donde se levantó hasta no hace muchos años la iglesia románica de San Vicente Alto, en sitio creído lugar de la infancia de San Vicente. Hoy, todo moderno, es convento de Carmelitas calzadas, cuyo origen fue una disidencia con las Miguelas en 1656. Aquí entonces una arca romana ( hoy en el Museo). Enfrente la plaza de Urríes: con la casa de los Urríes al fondo, muy desfigurada, una de las mas ilustres familias aragonesas, pero enemiga en Huesca de los Urreas, y luego con los Castro, hasta llegar a conflictos sangrientos como en 1470; frente a ella (hoy Academia Politécnica ( plano XVII la casa solariega de los Esmir, con escudo). Siguiendo adelante por la calle de las Cortes, se llega a la plaza de la Catedral, alargada, que forma el mejor conjunto típico de Huesca: la encuadran a la derecha (E) la Catedral y el Palacio Episcopal, al fondo (N) el convento (moderno) de las Siervas de María y en su lado izquierdo el majestuoso edificio renacentista, de castiza arquitectura aragonesa, que forman el Ayuntamiento y adosado a él en su extremo N) el antiguo Colegio Imperial de Santiago.
HISTORIA DE LA CONSTRUCCIÓN.- Es indudable que en el lugar que ocupa hoy la Catedral (lo más elevado del cerro que domina la vega del Isuela que fue acrópolis ibérica y luego centro de la Osca romana) debió existir un templo pagano, probablemente dedicado a Ceres, la diosa la fecundidad de la tierra: así lo demuestran los hallazgos (en 1884) de algunos tambores de columnas y el gigantesco brazo de bronce (tres veces el tamaño natural) de tan buena época del arte romano, hoy en el Museo, que a pesar de su rebusca no pudo encontrarse el resto de la estatua. Probablemente, siendo Osca de las ciudades y de la región de las mas romanizadas de la península, la semilla cristiana fructificaría pronto en ella, y quizás por ello su diócesis se remonte a los tiempos apostólicos, ya que a partir del S. VI conocemos algunos de sus prelados, y a finales de él (598) tenemos noticias de un concilio diocesano celebrado en Osca; es pues, muy probable que en lugar del antiguo templo fuese levantada una basílica visigoda, aunque no tengamos recuerdos materiales de ella. La invasión musulmana quebró los destinos de la península y el lugar que sería en Huesca centro de la vida cristiana quedó convertido en mezquita la famosa «Misleida», que siglos mas tarde, con el orgullo de la conquista, la llamarían los cristianos «una de las mejores de la España musulmana» y de la que tampoco guardamos recuerdo, a pesar de que sirvió de catedral por espacio de varios siglos. Pedro I el triunfador monarca aragonés, tras la jornada gloriosa de Alcoraz, entró vencedor en la ciudad de Huesca el 27 de Noviembre de 1096, y cumpliendo lo ordenado con el Concilio de Jaca, 33 años antes en tiempos de su abuelo Ramiro I, trató de restaurar la sede oscense que ante la dominación islámica había tenido que refugiarse en la aspereza del Pirineo (Sásave, Santa Cruz de la Serós, Jaca, diócesis de «los aragoneses») durante cerca de 400 años. Tras un pequeño litigio con el abad de Montearagón, fue purificada y consagrada la mezquita mayor para sede episcopal (catedral) el 17 de diciembre de 1097, dedicándose a Jesús Nazareno, a la Virgen y a los Santos Pedro, Juan Bautista y Juan Evangelista, delante de toda la corte guerrera de Pedro I (magnates, infantes, obispos y abades), conjunto de aquellos indómitos hombres del Pirineo. Pronto fue objeto de gran número de privilegios y donaciones que la dieron esplendor. Esta mezquita-mayor, convertida en catedral, costumbre de todas las ciudades muslímicas reconquistadas, sufrió algunas modificaciones en el s. XII (puerta románica del claustro, ala S de éste, alguna ventana ajimezada), pero en 1273, Jaime I ya interesaba la transformación «a la usanza cristiana del antiguo edificio del tiempo de los moros» y un gran amigo Jaime Sorroca, el obispo oscense, obtuvo de él un privilegio que fue el punto de partida o iniciación del actual edificio: consiguió el rey Conquistador, tanto del Consejo de la ciudad (multas) la ayuda económica, y que con la colaboración del Cabildo empezasen los primeros trabajos: delimitación del perímetro, arreglo de cimientos, y gran parte (la buena) de la portada principal, que se debió al celo del obispado Martín de Azlor (1300-1313). Sin embargo, pronto escasearon los recursos y con ellos la paralización de las obras. Al finalizar el s. XIV, gracias al interés de los obispados que se sucedieron (Gastón de Moncada, Oliver, Zapata, etc.) debieron quedar terminadas las naves laterales y la central (gótico puro) pero con techumbre provisional. Mas adelante, en los comienzos del S. XV, cuando el Cisma de Occidente estaba en su mayor tensión, Pedro de Luna ( Benedicto XIII) el Papa de Aviñón, reconocido al acatamiento del clero de Huesca (como el de todo los reinos peninsulares) impulsó por todos los medios la obra de la Seo oscense, activándose las obras (decoración, sillería la 1.ª, coro, órganos, etc.) trabajándose el ala gótica del claustro y otras dependencias siendo maestro de obras un tal Pedro Jalopa, y así fueron transcurriendo los años sin que el grandioso edificio se viese terminado. Quedaba reservada la gloria al finalizar el siglo, al obispo D. Juan de Aragón y de Navarra, el hijo del desdichado Príncipe de Viana. Dispuesto a terminar la obra que llevaba cerca de dos siglos dedicóla una fuerte suma de florines, encargando los presupuestos y proyecto al maestro vizcaíno Juan de Olózaga (nave central con sus muros, ventanales, bóvedas de arista de central y del crucero, segundo cuerpo de la fachada, arbotantes, pináculos, etc) en Febrero de 1497, colocándose después de algunos asesoramientos ( maestro Gamban, el de la Seo de Zaragoza) la primera piedra del crucero y de la nave izquierda (22 de abril). Las obras tomaron gran incremento y con la intervención de Gil Morlanes (padre) se remató las del crucero con florón y el escudo del obispo.
Las obras de Olózaga terminaron en 1515. No paró con ello la actividad del obispo Aragón y Navarra pues ya al año siguiente, encargaba las vidrieras a diferentes artistas, y fue Él finalmente, el que designó a Damián Forment, el gran artista valenciano, la obra capital del retablo mayor.
EXTERIOR.- Desgraciadamente la mala calidad de las canteras da un aspecto pobre y polvoriento por el desgaste de la erosión en los sillares. En su conjunto se observa en la fachada principal los dos estilos góticos, mas primitivo el inferior (s. XIII) y más decadente el superior, cuyas torrecillas y pináculos no fueron terminados; a la izquierda obsérvese además el carácter clasista del exterior de la sala capitular, que desentona del conjunto, realizada en 1688. sería entonces también cuando fue derruida parte de la torre (construida en el s. XIV) o toda ella y se hizo la actual tan desmochada y de aspecto ruinoso. El último cuerpo de ladrillo se reedificó en 1653, renovándose un siglo mas tarde. Es aconsejable la subida a la torre, para gozar la vista de la ciudad y la hermosa vega de la Hoya de Huesca y la Sierra de Guara al fondo.
PORTADA PRINCIPAL.- En un atrio (a superior nivel que el de la plaza) rodeada de moderna verja gótico (que impide la contemplación) se presenta la portada principal. Lastimosamente, la piedra caliza blanda, típica de las construcciones de Huesca, no ha permitido el paso del tempo y sobre darla un color terroso de polvo, la intemperie desgastada los contornos. Todo lo contrario de las magníficas canteras de Castilla (rocas primarias graníticas por lo general) en esta se ha perdido gran parte de su belleza por esa causa.
Es obra (anónima) de un gótico decadente de principios del s. XIV, formada por siete arcos ojivales en gradación, simbolizando los siete cielos de que nos habla S. Pablo: en sus archivoltas cuatro series de bienaventurados, sobre ménsulas y con doseletes góticos afiligranados; de dentro a fuera ocho profetas, 10 ángeles, 14 vírgenes y 16 santos (obispos, diáconos y regulares) separados todos con guirnaldas; en el arranque de los arcos catorce estatuas de casi tamaño natural, correspondientes a los once apóstoles, San Juan Bautista y los santos Lorenzo y Vicente (algunos de ellos se les revestía con dalmáticas en la fiesta del Corpus). En el tímpano la Virgen colocada en el centro, sobre ménsula de mujer y dos áspides con delicado doselete (sección horizontal del plano catedralicio); lleva al Niño en su regazo, para ser adorado por los Reyes que se encuentran a la izquierda, mientras a la derecha Jesús aparece a la Magdalena («Nollime tangere»), y sobre ellos dos ángeles inciensan.
Esta portada, obra del s. XIV, es de un dualismo inesperado, pues las figuras grandes son de mano bárbara y tosca, pero son de trazo excelente las archivoltas y el tímpano. Las primeras, de cabeza muy desiguales, de absoluta carencia de expresión en los rostros, sin ningún efecto, tan solo en los peinados hay alguna gracia y soltura y un poco en la silueta general de los ropajes. En cambio son de un artista muy excelente las figurillas de las archivoltas y las escenas del tímpano, aunque en las primeras hay copiadas varias veces (probablemente por discípulos): las mejores son la serie de los profetas, la de santos, la Virgen y los Reyes, algunos de los cuales son de escuela muy buena, que recuerda la catedralicia de Pamplona.
Los escudos son de la ciudad (antiguo: dos torres y la muesca encima), el de Aragón (barras) y e del obispo López de Azlor, sin duda porque todos contribuyeron a la ejecución de la obra. A la derecha hay puerta ojival, tapada en 1490 para construir la capilla, hoy de san José. Por encima de la portada corre una galería, con una serie de 15 ventanas y sobre ella alero o «rafe» con ocho gárgolas graciosas que da cierto carácter local aragonés al conjunto. Y aun mas arriba un segundo cuerpo gótico con torrecillas incrustadas, con ventanales y vidrieras correspondientes al gótico florido de fines del s. XV, que es cuando se terminaron las obras de la Catedral.
Portada lateral.- (Puerta de las escaleretas) a la calle del Palacio: gótica con Calvario en el tímpano, Jesús en la Cruz, María y Juan y a la derecha tres mujeres de aspecto homogéneo; a la derecha el ángel sobre el sepulcro, teniendo como fondo pintura decorativa. Toda ella arte de fines de s. XV (1479) de escultura tosca, pero aun así, mas expresiva y de mejor mano que las grandes figuras de la portada principal.
Interior.- Catedral gótica de los siglos XIV y XV, de tres naves, una central y dos laterales mas bajas con crucero y cinco capillas absidiales; las bóvedas, generalmente de arista, forman en la nave central y del crucero por otras bóvedas que se enlazan un cruzamiento caprichoso estrellado, en cuyo centro hay florones. Se enlució todo el templo en 1796, por tres maestros italianos. Las vidrieras, sin interés, blancas, pero algunas (rosetón, y tres del crucero) de principios del s. XVI, son de inspiración naturalista, libre en la concepción de las escenas y su desarrollo: la mayoría de ellas son del maestro Francisco de Valdivieso y algunas del francés Enrique Dohegue (s. XVI). Mas adelante, el zaragozano Pablo Mota y Juan García (s. XVII) hicieron otras varias. Las mejores y mas vistosas son además del rosetón, con el Nacimiento y la Epifanía y otras en la cabecera de la iglesia (por 1516-1517).
VISTA AL INTERIOR.- se ordena la visita llevando (como la lectura) la izquierda siempre, dejando al final el centro (presbiterio, altar mayor, púlpitos, coro, trascoro).
Así van ordenadas las capillas sin distinguir las abiertas de las cerradas. Se aconseja la visita de las primeras y luego llámese al sacristán para que le enseñe las segundas (propina dos pesetas).
CAPILLAS
I. De la Epifania.- Pequeña capilla que forma conjunto acabado sobre pechinas, fundada por el canónigo Tomás Fort en 1566. la pintó Tomás Peliguet, que también trabajó la reja. El retablo es plateresco, muy bello (fines s. XVI): la Epifanía y a sus lados San Miguel y San Jerónimo, en lo alto el Padre eterno y abajo la Piedad con dos evangelistas a cada lado. Todo en alabastro, finamente ejecutado, con escudo del fundador, de autor desconocido, algún buen discípulo de la escuela de Formet. Enfrente lienzo sobre tabla de la Virgen y el Niño (procede capilla nuestra señora del Pópulo), con fondo rojo y aureola de metal; parece de artista florentino de principios del s. XV, con cierta tendencia orientalista (icono); a un lado bella ventana plateresca.
II. Antesala Capitular.- La puerta de la antesala Capitular (construida sobre antigua capilla de San Juan Evangelista) en 1668, es obra del maestro oscense J. Alandín, siendo la parte decorativa del escultor zaragozano Antonio Sanz (fines del s. XVIII) y de Joaquín Insauste los zócalos, pilastras y basas. La antesala ocupa el N del primer tramo de la nave de la Epístola, correspondiente a la caja de la torre.
Es pieza tan antigua como el edificio, aunque retocada, pero dentro del gótico de curiosa cubicación en su bóveda o cúpula de esquifado octógono entre nervios no robustos y con clave de arandela rica de tipo gótico y algo barroca en su renovación del s. XVII. Pero es curiosa la preparación del ochavado, que es por trompas que son cónicas, tres escalonadas en cada rincón. Se deduce que era destinada para otra cosa, como lo demuestra las columnas incrustadas que hoy tienen por extraño capitel unas veneras realistas grandes. Es pieza grande, hoy trastero, donde hay silla grande de brazos, acaso la palacial, de tipo frailero rico. Un lienzo de la Epifanía de buena factura, de escuela castellana vieja, del tiempo de Pereda o de Tistán, pero anónimo.
Sala Capitular.- Su techumbre fue decorada por el escultor Antonio Sanz, con gran escudo de la catedral. Los lienzos que adornan sus paredes, sin ser de gran importancia, ofrecen interés (izquierda a derecha)1.º retrato de Papa, parece Inocencio X sentado y asistido por cardenal y otro prelado, que parecen los tres parientes. Si es Inocencio X, años antes del de Velázquez, y el conjunto puede atribuirse a Jusepe Martínez, dado el tono de la púrpura. 2º Lienzo apaisado de David sobre el derribado Goliat, de traza dura pero algo a la escuela Güercino. 3º San Jerónimo (de la serie de los Padres de la Iglesia); 4.º San Francisco, orando en el campo (s. XVII) 5.º San Jerónimo, de la serie igual a la del Prado, lienzo muy bello. 6.º Sagrada Familia al estilo de Vaccaro. 7.º San Jerónimo penitente y otro compañero (s. XVII). 8.º San Jerónimo, de mejor paleta. 9.º Bautista, duro, de mal estilo. 10.º San Agustín, de la serie. 11.º Inmaculada, de buen colorido, pero no graciosa. 12.º San Ambrosio. 13.º San Pedro Claver y otro santo, de artista malo (s. XVII) 14.º San Miguel, vencedor de varios demonios (siglo XVIII). 15.º (sobre la puerta) maritimo de San Andrés.
III. De Nuestra Señora del Pópulo.- Hoy de la Milagrosa. Toda ella (escepto la imagen titular moderna) con la verja inclusive de la misma época, que se cifra escuetamente en «1632» como reza al final del alto gran letrero, reducido a versículo jaculatorio conocido. Fue fundación del canónigo Juan del Molino. El retablo es del tiempo (primera mitad del s. XVIII) y de muy buena mano (¿J. Martínez?) realizado para acoplar en él una tabla de la Virgen (hoy en la capilla de la Epifanía). En los intercolumbios los santos oscenses Lorenzo y Vicente con el Bautista y en el estilobato los cuatro Padres de la Iglesia Latina, teniendo en el centro, apaisado largo, solo campo y orante, siendo el remate del retablo, pareja de fundadores y santo obispo.- De un artista desconocido (s. XVII) pero de nervio, son los lienzos murales, uno de la Natividad (izquierda) otro de la Epifanía ( derecha) y dos retratos, el de la izquierda con golilla será del padre del fundador, y el de la derecha el fundador; todos ellos de cierto entusiasmo y grandeza. Los azulejos que forman zócalo son lujosos y de la época.
IV. De Santa Lucía.- Fue renovada totalmente a expensas de D. Martín Lorés en 1782. la santa titular, fría imagen marmórea, es obra de Carlos Salas, dentro del baldaquino de cuatro columnas. Completan la capilla tres lienzos muy apaisados de la vida de la santa; martirio del fuego, aparición de Cristo y arrastrada por los toros, obras las tres sobresalientes de M. Bayeu, cartujo de las Fuentes (Lanaja), pero todavía sin la influencia de Mengs.
V. De San Andrés.- Fundación del obispo Pascual López Estaún en 1788. El retablo de jaspe de J. Insausti, siendo el lienzo del apóstol, de M. Bayeu. Los lienzos laterales (Andrés y Pedro en la barca y martirio de San Andrés), así como las imágenes de Santo Tomás y San Pascual son obra de Luis Muñoz, pintor y escultor oscense (por 1872).
VI.- Crucero izquierdo.- Sencillo retablo de San Gil, siendo el lienzo del titular obra ligera de M. Bayeu por 1790.
VII.- De la Dolorosa.- Antes de Todos los Santos. Fundación del matrimonio Olcina en 1621. El retablo ricamente decorado con notable cuadro (por 1620) que la imagen no deja gozar: representa en una parte baja plantados y cual al estilo del N. de Italia en el s. XVI, los santos Orencio (arzobispo) y Lorenzo (Oscense) Paciencia y Orencio (el oscense) al medio, y Saturnino y Vicente. En la parte superior la Corte celestial. El autor, acaso de s. XVI, vale tanto como Ribalta (el Ribalta del XVI) excelente artista del tiempo de V. Carducho (en su primer bien estilo) como se ve en los intensos rojos, en las cabezas de los santos, muy bien personificados y apretadamente construida.
En los muros laterales dos lienzos: el de la izquierda San Francisco de Asís, abierto de brazos y arrodillado recibiendo los estigmas, y a la derecha, arrodillado, San Pedro de Arbués, de canónigo, que por su color fluido parecen obra del XVII avanzado.
VIII. Santo Cristo de los milagros.- (Ábside de extremo izquierda prolongado) fundación del obispo Juan Moriz de Salazar, que encargo la obra a Pedro de Ruesta, vecino de Barbastro (por 1622), toda ella de rica arquitectura. Fue colocado el Cristo, de gran devoción en la ciudad (es fama sudó sangre durante procesión en ocasión de haber peste) con grandes festejos en 1625, en el retablo, exuberante de decoración con figuras o escenas pintadas de la Pasión (Oración, Azotes, Cruz a cuestas, en la izquierda; Prendimiento, Corona, Entierro, derecha; Ecce-Homo en lo alto), todo él de tendencia clasicista. La imagen del Cristo es obra mediana del S. X.
En los muros dos grandes lienzos apaisados; el de la izquierda «la cena de Jesús en la casa del Leví» con la Magdalena que le unge sus pies, y tumbados los comensales en triclinios y otros de pie; el de la derecha, es «la entrada triunfal de los Ramos», con un gran número de personas: ambos son obras de Vicente Berdusan, que da con ellas una mayor complejidad a su personalidad artística, pues se observa entre sus obras de Veruela y estas un proceso depurador y constructivo de gran soltura, pero interesante en el proceso de la pintura aragonesa del S. XVII.- Sacristía, lienzos: «Glorificación, del s. XVII e inmaculada.
IX.- D e la Purísima.- Restaurada en 1631, con retablo de la época e imagen titular, en el estilo de Verástegui.
X.- Prebisterio y Atar Mayor.
XI.- De Nuestra Señora del Rosario.- De fines del s. XVI, con bella imagen de la titular, pero repintada, así como el retablo con estatuas (San Pedro y San Pablo) y de las tres virtudes. Bella decoración pictórica en la semi-bóveda. En todas las capillas admírese la variada serie de azulejos del s. XVIII.
XII.- De Santa Catalina.- Restaurada por 1651, con retablo, en cuyo centro hay lienzo de la santa recibiendo la corona que la traen los ángeles, obra de Federico Zuccaro. Existen otros lienzos de santos de buena mano y dos laterales con los desposorios de la santa y su glorificación tras el martirio, de autor desconocido (s. XVII).
XIII.- Del Pilar.- Retablo por 1764, de talla, muy mediano, a los lados, dos lienzos del milagro de Pellicer de Calanda (curación de piernas) y aparición del Pilar (s. XVIII).
Puerta lateral o de « las escalinatas».
XIV. De la Santísima Trinidad.- Renovada en 1790. El lienzo es obra de M. Bayeu y de lo mas flojo de su mano. Los dos tapices del crucero «La iglesia oscense» es obra moderna del jesuíta Hermano Coronas.
XV. De San Martín.- Fundada en el s. XV por los Martín de Bolea, pasó luego su patronazgo a los condes de Atarés, enlazados con los Angullanas, que la renovaron totalmente en el s. XVII. El lienzo del retablo, de gran colorido, es de Vicente Berdusan o de discípulo muy allegado a él. Otro lienzo en lo alto de San Simón y Judas, con escudos de talla y armas de Aragón, parecen de la misma mano. Los lienzos colaterales (escena de la vida del santo, Magdalena, un santo diácono, etc.) son mediocres.
XVI. De San Joaquín. Una de las mas hermosas de la Catedral, totalmente renovada por el canónigo Santaolaria en 1655. Reja de alabastro pintada. La planta es cuadrada con cúpula sostenida con pechinas, con cornisa y balaustrada. Las paredes forman doce espacios con pinturas de ángles. En las paredes, pintados por V. Berdusan, escenas de la vida de San José y San Joaquín. En este orden: izquierda (E) Desposorios; Dudas; Niño perdido; Muerte de San José; derecha, (W) muerte de San Joaquín, asistiéndole María jovencita y Ana; presentación en el Templo con pocas gradas (curioso); Aviso del ángel en el monte a Joaquín y candidez de Ana ante el ángel que la observa. Sobre estos pequeños lienzos de los zócalos figuran a la izquierda Santa Tereza; Sagrada Familia (Jesús, José y María en la fila mirando hacia lo alto) y en este la cruz redentora con ángeles; San Felipe Neri en pie como la santa; A la derecha, San Ignacio de Loyola en pie; Santa Familia (Joaquín, María vestida como inmaculada y Ana en pie, y en lo alto la trinidad) y San Francisco Javier, coronándolo dos santos obispos. Son, pues, en total, 16 lienzos de V. Berdusan, menos suelto y menos líquido de color que su obra general, pero en efectos difuminados de contorno de clara influencia murillesca, al menos en la bella serie de los ocho pequeños, que es muy mantenida de mérito y de perfecto reconocimiento en el estilo del artista su formación pictórica en la rivalidad de Herrera el Mozo y Murillo, pero sin sugestionarse en el arte de Valdes Leal. Sin embargo, en los cuadros grandes hay escrúpulo de solidez, al contrario de sus obras del Monasterio de Veruela, pero no obsta a la soltura y suavidad de su colorido.
El retablo de la capilla muy rico, forma un conjunto con relieves de alabastro, que representa la Sagrada Familia y santos. La estatua del titular y la del Bautista, como todo el conjunto, sonde excelente mano (primera mitad del s. XVII).
XVII. Cap. De San Jerónimo.- Renovada por el obispo Antonio Sánchez en 1762, con retablo churrigueresco. El bajo relieve del titular y los lienzos laterales (san Jerónimo, azotado por los ángeles y la presentación de la «Vulgata» (biblia) al Papa) son obra de José Luzán Martínez (maestro que fue de Goya) Por 1750.
XVIII, Capilla de Lastanosa o de Santos Orencio y Paciencia.- Famosa capilla, la mas lujosa de la Catedral, dedicada a los santos padres de San Lorenzo y levantada gracias a la magnificiencia de los Lastanosa, especialmente de Vincencio Juan de Lastanosa (nacido en 1607) el famoso mecenas de las artes y las letras, que dieron fama mundial a su palacio del Coso alto, que fue un gran museo, cuyos objetos hoy están repartidos por todos los de Europa. El y su hija Ana, y su pariente Luis Clemente, se ejercitaron en diversas artes, mantuvieron a sueldo a los pintores Juan Jerónimo Jalón (1566), al napolitano Micaelo Angelín, y fueron protectores del pintor Jusepe Martínez, y del literato Baltasar Gracián. Felipe IV y su corte se hospedaron en su casa famosa.
Construyóse la capilla en 1646, toda ella lujosa, siendo la parte mural y la cúpula obra del oscense Jerónimo Salón. Pero la obra de arte mas fuerte es el cuadro del retablo, con acento de apurar exquisitamente el detalle, lo mejor de la obra de Jusepe Martínez: las cabezas de los santos Orencio y Paciencia son admirables en su verdad pictórica y de inspiración y sentimiento, siendo a la vez obra muy acabada, como se ve en la soltura y fluidez del pincel. En cambio los retratos laterales de los fundadores ( a la izquierda el canónigo y a la derecha el capitán) del miso artista Jusepe Martínez, dan la impresión de copias o repeticiones y estropeadas por el escaso cuerpo de la pincelada, todo lo contrario al lienzo del altar. Este es de columnas bellas taraceas brillantes de marmóreas policromas como cuadros: la entrada clasicista, la artística verja, los zócalos y suelo de alabastro con las inscripciones, completan la suntuosidad de la capilla.
La cúpula es de techo alto, y en ella se mantiene continua las pinturas murales, muy decorativas y finas, y en las flores admirables, pero no tanto en las escenitas de los medallones. En su sacristía hay una tabla típica de fines del s. XV, poco española, de la Virgen de la leche, con dos ángeles, y es curioso el lavamanos de alabastro con dos figurillas de geniecillo. Por ella se desciende en larga escalera a la criota o panteón de los Lastanosa.
Cripta.- Existen en ella cuatro lápidas grandes, dos a los lados del altar y del retablo, y dos en las paredes colaterales, con relieves grandes que representan figuras simbólicas: Pureza y Prudencia en la lápida de Lastanosa capitán; en la del canónigo, religión y nobleza, con el escudo de la familia. Al lado las estatuas de alabastro orantes de los dos fundadores, mas fina la del canónigo, obras de autor desconocido por 1668, y cobijadas en especie de hornacinas; aparte los sarcófagos.
Pero lo de gran interés de la cripta, es el lienzo bellísimo de la Inmaculada de tan buena factura como las famosas de Murillo, y murillesca en todos sus sentidos y detalles, aunque parece mas bien obra de Herrera el Mozo. Es quizá al mejor lienzo de la Catedral.
XIX. De San José. Moderna, sin interés (ha cegado una puerta de la fachada)
XX. De Santa Ana.- Mandada hacer por el canónigo Martín Santangel en 1522, a quien representa la estatua orante de alabastro policromada, y de cincel realista. El retablo plateresco es de muy buena factura: de madera, con figuras de alabastro; columnas abalaustradas dejan tres huecos: en la parte central Santa Ana, con el Niño y la Virgen arrodillada, conjunto bellísimo; en el lateral San Jerónimo y San Martín; debajo, Jesús muerto en brazos de su madre asistido de un ángel y rematando todo el retablito una Crucifixión con la virgen y San Juan. Lo mas sobresaliente es la figura de Santa Ana, que no parece de la escuela ni de la influencia de Forment, y quizás sea mas acertado colocarla como obra del taller de Alonso de Berruguete, el famoso artista vallisoletano, que algo trabajó en Aragón por 1522. la reja gótico- plateresca que cierra la capilla, es obra primorosa del artista oscense Arnau Guillén en 1525.
En la parte interior de la puerta principal, obsérvese en lo alto un hueco de delicada labor ojival, con imagen de la Virgen y el Niño, obra gótica del s. XIV.
Prebisterio.- Totalmente renovado el 1883, habiéndose perdido las lápidas sepulcrales de la mayoría de los obispos enterrados en él. La obra magnífica del prebisterio es el.
RETABLO MAYOR.- L o mas acabado y completo del escultor valenciano Damián Forment: fue esta, con la parte incompleta del retablo de la Seo de Barbastro (que murió mientras trabajaba en ella) sus últimas obras. Tardó en elaborarla 13 años, terminándola e 1533 a pesar de que fue ayudado por sus discípulos Juan de Landernain, Juan de Lorena, maestro Enrique, Esteban Solorzano, Juan salas, Juan de Liceyre ( el que terminó el retablo de Barbastro) y Pedro Muñoz (su discípulo predilecto). Es obra muy duperior a las anteriores del artista (en Denia, Valencia, Pilar, Poblet, etc.) y con él marca el apogeo y grandeza de los escultores del Renacimiento escultórico español, pero con influencia italiana y dejos goticistas, especialmente en los estados de la Corona de Aragón: él Berrugete en Castilla, es la pareja gloriosa de la escultura española del XVI, mas nervio quizás el castellano, quizás mas originalidad, movimiento y elegancia en Forment.
Forma el retablo, casi todo él en alabastro, en su parte baja una base divida en dos cuerpos. Se caracteriza todo él por el dramatismo de los grupos y la arrogancia de las figuras. Primeramente, en la parte a ras del suelo tiene como una especie de zócalo, con siete recuadros de elementos decorativos, en cuyos extremos, siguiendo las orientaciones renacentistas, puso el artista en medallones su retrato y el de su hija Úrsula, orlados de guirnaldas. La parte inferior del retablo está a su vez dividida en dos secciones: la inferior forma un delicadísimo conjunto de siete escenas en relieve (Cena, Oración del Huerto, beso de Judas, flagelación, coronación de espinas, Ecce-Homo y ante pilatos) todos ellos con doseletes de magníficos calados y torrecillas o pináculos en alabastro de finísima cincelación o transparencia. La zona superior de esta parte baja del retablo, entre columnitas en espiral forma un Apostolado, con el Salvador en el centro, apareciendo en los extremos los santos oscenses Lorenzo y Vicente, y sobre las dos puertas, adornados con grupos delicadísimos de niños y flores.
La parte principal o cuerpo central del retablo, está dividido en tres grandes escenas, separadas por agujas con figuras de los profetas que miran complacidos el cumplimiento de sus profecías: al lado del Evangelio, Jesús cargado con la Cruz, saliendo de la puerta Jurídica en Jerusalén entre una turba de gentes. En el centro de Crucifixión, entre los ladrones, y el Centurión, entre soldados, que, a caballo, atraviesa el costado santo con la lanza, mientras que en el primer plano, la Virgen y las santas mujeres expresan en sus gestos y ademanes el sentimiento del dolor. Sobre esta escena ( que se eleva sobre las laterales) hay un disco circular rodeado de ángeles, que siendo la tradición aragonesa en los retablos deja el paso de la reserva del Santísimo que detrás del retablo existe. Sobre él aparece la figura del Eterno Padre y la paloma simbólica del Espíritu Santo. Finalmente, la escena del lado de la Epístola representa el Descendimiento: José de Arimatea y Nicodemus sostienen el cuerpo desclavado de Jesús mientras la Virgen y las mujeres que la acompañan se desvanecen ante el inmenso dolor. Dominando estas tres escenas existe un conjunto de pináculos y torres de crestería de gusto gótico florido, cada una con cinco estatuitas de santos, en cuyas alturas se encuentran los Doctores de la Iglesia Griega y Latina formando como una magnífica corona de adornos, figuras y caladas de la parte principal del retablo. Por último todo él está guarnecido de una «polsera» formando un marco de ancha y fina orla de hojas trasparentes, en cuya cima y en los lados, ángeles sostienen el escudo de la Catedral (crucifixión, la Virgen y San Juan), habiendo en el arranque dos profetas en bajo relieve.Las esculturas de las tres escenas principales, son casi del tamaño natural y de tipo de abultado relieve. En la parte decorativa sin las 7 escenas de la pasión) son mas de 80 las figuras, todas ellas de alabastro fino, transparente, de color plateado y mate.
Si bien el conjunto es portentoso, resulta algo abrumador a causa de la fecundidad creadora; los grupos de las mujeres en el Calvario, de intenso dramatismo, muestran una traza sublime en sentimiento y en elegancia clásica y en todas las figuras de expresión y fuerza de los rasgos, nota muy destacada de originalidad. Es también digno de anotarse el estudio profundo del desnudo, que Forment, primer artista de influjo italiano, no podía menos de acusar: es, pues, un obra completa, de precisión y originalidad, de elegante belleza en lo decorativo, verdadera cumbre de un gran genio artístico, maravilla y gloria de la escultura española.
CORO.
En el centro del templo, al estilo tradicional español, separado por gran reja broncínea dorada, la antigua sillería gótico-mudéjar, obra del morisco Mohamed de Borja y de sus hijos (uno de ellos llamado Albarguían) a principios del s. XV, fue reemplazada por la actual renacentista, obra de Nicolás de Berástegui (entallador de Sangüesa, Navarra) que la empezó en 1587 y fue mas tarde continuada por su hijo Juan de Berástegui o de Verrueta que la terminó en 1594. El mismo hizo la caída del órgano así como el remate de la sillería es obra de Antonio Sanz, dos siglos mas tarde (1794). El cimborrio sobre la silla prelacial con el calvario, es obra también de Verrutea. Es curioso el fascistol, con una estatuilla de David.
La sillería es obra muy acabada, que no desentona en la magna colección de sillerías corales de las catedrales y monasterios de Espala: es interesante el estudio detallado de las figuras, algunas francamente bellísimas, que colocan a los Berástegui, como excelentes artistas renacentístas de la segunda mitad del s. XVI.
LADO EPÍSTOLA | LADO EVANGELIO |
San Lorenzo. | San Vicente |
San Justo. | San Damián |
San Pastor. | San Cosme |
Santa Nunilo. | Santa Inés |
Santa Alodio. | Santa Polonia |
Santa Bárbara. | Santa Eulalia |
Santa..? (reina). | Santa Elena |
San..? ( presbítero). | San Jorge |
(Puertas): Crucifixión y Evangelistas repetidos en los dos frentes. | |
Santa Agueda. | |
Santa Engracia | |
Santa María Magdalena | |
San Nicolás (excelente) | |
San..? (Obispo Cir) | |
San Jerónimo | |
San Gregorio | |
San Sebastián | |
San Juan Bautista | |
San Mateo | |
Una Virtud | |
Chaflán San Bartolomé | |
Una Virtud | |
San Tadeo | |
San Simón | |
San Jaime | |
San Juan E | |
San Pedro | |
Santa Lucía | |
Santa Catalina | |
Santa Paciecia | |
San Orencio | |
San Roque | |
San Valero (ob) | |
San Agustín | |
San Sixto (pont) | |
San Esteban | |
San Miguel | |
Una virtud | |
San...? | |
Una virtud | |
Santo Tomé | |
Santiago el Menor | |
San Felipe | |
San Andrés | |
San Pablo | |
Resucitado |
Las capillas laterales exteriores del Coro y trascoro no tiene interés artístico (Lado Ev: San Juan Nepomuceno y San Blas; lado Ep: san miguel y san Pedro Arbués; trascoro: san Lorenzo, san Vicente y crucifixión). Son obras amaneradas, de mal gusto y arte, probablemente de pascual Ipas, cuñado y discípulo de Salas(s. XVIII).
SACRISTÍA.- Entre el presbiterio y la cap. Del Rosario (lado Epistola) se penetra en la anti-sacristía, pieza alargada en la que nada resta de las pinturas de Cuevas y de su Maestro Tomás Peliguet que tanto alabara Aynsa. Hoy existen algunos lienzos de los que dos, al parecer sabios (el uno geómetra) tiran con arte fino al pincel de Rabiella.
Sacristía Principal.- Pieza grande, aunque no majestuosa, detrás del Presbiterio, con bóvedas de nervadura gótica decadente. Fue restaurada y decorada con mal gusto neoclásico del siglo, en 1788. Lo mas interesante es el magno armario, de soberbias puertas, a grandes batientes que encierra la exposición de tesoro catedralicio y la buena cajonería, obra en 1642 de José Garro. Al fondo la «cajarera» (mueble- vestuario), obra bella en madera taraceada.
O mas digno de aprecio del tesoro es la Custodia, de cuatro cuerpos, notándose en el esto la influencia de los Arfe, la gloriosa dinastía de orfebres; es de arquitectura lisa, pero las figurillas y el conjunto de excelente aire. En el primer cuerpo, el resucitado; en el 2, los Apóstoles, en el 3.º la Virgen, y en el 4º el Agnus Dei coronado por la figura simbólica de la Fe. Es obra del pamplonés José Velázquez de Medrano (por 1596- 1601), en cuya labor entraron mas de 15 arrobas de plata. Junto a ella, se admiran seis bustos-relicarios de plata de autores distintos: Santos Orencio y Paciencia, las mejore sobras de los Hermanos Carbonell (en 1638), que también fueron los autores de los candelabros grandes del altar mayor.
De los bustos de San Martín y San Orencio no se conocen autores, aunque si la fecha de ejecución de 1670, siendo de mano artísticamente mas débil los de San Lorenzo y San Vicente, obras de César Estrada en 1780. estos completan, en las grandes solemnidades, el conjunto del altar mayor con el magnifico frontal de madera, recubierto de plata labrada que tiene escenas de la Virgen y su Hijo muerto, ángeles y santos oscenses, generalmente fijo en su lugar, obra anónima, finamente ejecutada de fines del S. XVII. Finalmente existen otros objetos de plata (sacras, vinajeras, custodia pequeña, etc.). Es digno de mencionarse el «Lignum Crucis», obra de varias labores artísticas, descollonando la parte de la cruz, bellamente flamígera y encima algo del llamado «estilo Borja», (de Alejandro VI, princ. S. XVII) aunque el pie y arreglos, parecen del tiempo de Felipe III (S. XVII).
Por la sacristía se pasa al ORATORIO a la espalda de la capilla absidial del lado del Evang. Guarda dos retablos gemelos con lienzos de S. Lorenzo y S. Vicente, viéndose a lo lejos su martirio y un retablo al fondo de Santa Engracia (principios s. XVI) con reliquias, y bello crucifijo en bajo, de clásico estilo XVI).
Por la misma sacristía se sube en angosta escalera al Oratoria del Santísimo (pequeña pieza tras el retablo mayor, al uso aragonés), de gusto plateresco, con decoración exuberante, presentando en los ángulos los signos de los Evangelistas y formando un conjunto acabado, obra al parecer de Bernabé Polo (s. XVI). En el altar un tríptico con bellísimo relieve de la Epifanía en alabastro, de traza primorosa, obra de algún buen discípulo de la escuela de Forment. En un rincón del Oratorio una vidriera delicada de la Virgen y el Niño, del s. XVI, y una tabla del interesante «monumento» de Jueves Santo en la que figura el profeta Jeremías, lleno de energía y grandeza, a la manera de M. Angel, obra de Tomás Peliguet, por 1545, a su vuelta de Italia.
No debe abandonarse la Catedral oscense sin la visita al archivo catedrático, por las joyas inapreciables que encierra.
Archivo de la Catedral.- Es uno de los de mayor riqueza documental para la historia religiosa y política de Huesca y Aragón: posee mas de 5.000 pergaminos a partir dei s.XI (a cuyo final tuvo lugar la reconquista de la ciudad) y con ellos muchos sellos curiosos. De todos, son dignos de admirarse especialmente para saborear el arte de las delicadas miniaturas, los siguientes manuscritos:
«Actas del Concilio de Jaca», documento de letra mozárabe, encabezado por la representación del rey Ramiro y de su hijo Sancho y cinco obispos sentados con mantos, amarillos o rojos, sin duda procedente del monasterio de San Juan de la Peña (s. XII).
«Misal», con magníficas iniciales de lacería flora y fauna, obra de un artista de gran fantasía, que también parece procedente del «scriptorum» de San Juan de la Peña (s. XI-XII) «Hinnario, del mismo estilo, época y lugar que el anterior.
«Misal», de estilo gótico, con influencia italiana del s. XIV, bellas iniciales historiadas, orlas, bustos, escudos y figuras grotescas de mano artística muy suelta.
«Dominical- Oscense», que fue mandado escribir por el ob. D. Gastón de Moncada y cuyas letras iniciales de la parte dominical y santoral están ricamente iluminadas con figuras de Jesús y la Virgen con ángeles y santos, al parecer de la escuela miniaturista catalano-aragonesa del principio del s. XIV.
«Parábolas de Salomón», con miniaturas de escuela francesa del XIII e iniciales historiadas.
«Misal dominical y epistolario», magnifico por su lujo y ostentación con letras miniadas y preciosa ornamentaciónn de gusto persa. Al parecer procede de alguna abadía benedictina. La gama de sus colores (azul, verde, amarillo y blanco sin oro) de tonos brillantes le da gran aspecto. La letra es visigoda, algo afrancesada (s. XIII).
«Pontifical», con bellas miniaturas: dos de ellas a plana entera, el pantocrátor o Cristo- majestad en el óvalo almendrado con los signos de los Evangelistas y la Crucifixión con los símbolos de la iglesia cristiana y los de la s nagoga, en figuras de doncellas Del S. XIII-XIV, procedente del famoso monasterio de San Victorian de Ainsa en la tirra de Sobrarbe.
«Códice de Oro» de lso siglos XV y XVI, procedente de la iglesia zaragozana de Santa Engrancia (diócesis de Huesca) con iniciales policromadas con armas reales.
Añádase a todo ello mas de 24 libros corales, 39 códices, martirologios. Etc. Para abarcar el conjunto de los magníficos fondos documentales del archivo catedralicio pero ademas de su riqueza propia, existen otros objetos de importancia arqueológica excepcional, como el Retablo de la Virgen de Salas, pieza interesantísima de la Catedral, desgraciadamente incompleta, ya que solo subsisten siete de los medallones (de madera, recubierta de plata repujada) del famoso retablo de Santuario de Salas. (véase: alrededores de Huesca), cuya imagen de la Virgen fue objeto de tantísima veneración popular en la Corona de Aragón y de los monarcas sucesores de Jaime I y Pedro IV, el rey Ceremonioso. El último en su guerra contra el Cruel de Castilla ( guerra de los dos Pedros), vióse obligado ante las necesidades de la contienda a requisar y vender muchas alhajas de las iglesias de su reino, entre ellas las de Salas. Llegada la paz, quiso resarcir de aquellas pérdidas y donó al famoso santuario oscense este precioso retablo por medio de su tesorero Pere Desvall, como reza su inscriociñon gótica borrosa (1366). Destruido en tiempos del Ob. Aragón y Navarra (s. XV) solo nos restan siete medallones o cuadros, llamados las «alegrías de María»: Anunciación, natividad, Epifanía, Resurrección, Ascensión, Pentecostés y Asunción. Parece obra fina de gusto delicado con restos de policromía, obra del cincel de Pedro Borners, platero de la real Casa de Aragón en el s. XIV.
Es pieza característica de la primera época de Transición de la orfebrería gótica, en el cual sobre una base utilitaria como en el románico, se pone ornamentación ya ojival; las figuras son mas naturalistas que en la época anterior y con tendencia al idealismo. Este retablo tiene el mismo punzón de platero que la también famosa silla de D. Martín el Humano, de Barcelona.
ARQUETAS.- Joyas capitales de esta Catedral son las tres famosísimas arquetas esmaltadas que conserva el archivo catedralicio y que como todas tenían un fin esencialmente de relicario, obras al parecer del S. XII en sus finales, tiempos en que la vuelta de los Cruzados de Oriente influyó en Francia, (en España nuestro contacto con el islam nos lo había mantenido) el gusto bizantino en el arte de la orfebrería esmaltada). Es lo mas probable que a Huesca llegasen por el camino de los peregrinos a Compostela, como una de tantas manifestaciones culturales que influyeron en nuestra baja Edad Media, y es menos de extrañar que uno de los pasos mas frecuentados era el aragonés del Somport.- La primera, de claro estilo de la escuela de Limoges, la mas grande, presenta finos esmaltes de tipo bizantino: figura de Jesús bendiciendo con apóstoles y dos signos de evangelistas y en el reverso de la tapa la Virgen con el Niñi, cuatro figuras y los otros dos signos evangelísticos; en los laterales, diversos dibujos lobulados y las figuras de San Pedro y San Pablo; parece obra de fines del S. XII.- La segunda, la Mediana, es la mas interesante por su rareza, digna compañera tan sola de otros estambres del Museo Británico de Londres, escuela no de Limoges, como se ha pretendido clasificarla, sino de estilo llamado «del Mosela» (Alsacia y Lorena), escuela contemporánea y anterior a aquella; interesantísima por su dibujo de gran soltura individual y sus colores (verdes, amarillos y limonados): las escenas representan la Epifanía, el Crucificado con ángeles, la Virgen, San Juan, San Pedro y San Pablo.- La tercera es la mas chica, representa también la Epifanía, siendo el reverso lóbulos esmaltados, pareciendo claramente arte del s. XIII de la escuela de Limoges.
Frecuentemente en el archivo y en su ausencia, en la pequeña sacristía de la Capilla de los Dolores de la Catedral (cap. Nº VII), se encuentra ell interesante retablo primitivo, en tabla de Pere de Zuera (s. XV).
Es de pequeñas dimensiones, pero de un rico colorido, de tonalidades suaves y una exquisitez en el dibujo de las figuras que coloca a su autor en el primer plano de los primitivos aragoneses. Representa la Coronación de María por su Hijo en su parte central, rodeada de ángeles con instrumentos musicales, presidida por el Padre Eterno en lo alto. A los lados la corte celestial, en conjuntos maravillosos de figuras.
A la izquierda, los doce apóstoles y doce santos obispos, abades, cardenal y Papa. A la derecha, doce santos mártires y diáconos, entre ellos, San Lorenzo; mas abajo doce santas, con los símbolos de su martirio, abadesa, santa..? (clavo); santa lucía, (ojos); Santa Catalina (rueda); santa agueda (muerta); santas fundadoras (libros); santa bárbara, (torre); el fondo dorado, con dibujos calados que resaltán mas el primoroso conjunto. Encima del marco lobulado gótico que encuadra el motivo principal, una escena de Calvario. La predela o banco forma otro precioso conjunto de cinco escenas: la del centro es una Piedad: un ángel coge amorosamente el cuerpo muerto de Jesús entre la virgen y san Juan; las otras escenas son: san miguel, pesando las almas; san lucas evangelista; san juan evangelista, y santa con caja en la mano, de bellísima figura. Es muy curiosa la firma del autor: AQUST RETAULO PINTO PERE ÇUERA PINTOR.- Consta documentalmente muchas de sus obras por los años 1450 a 1460 aunque hay la mayor parte perdidas.
Se pasa al claustro por el crucero lado Ev. (N). portada interesante por sus elementos primitivos románicos de transición al gótico en capiteles y archivoltas; en el tímpano la Virgen y dos ángeles con copas en las manos, en relieve y en el fondo los cuatro Santos osceneses (lorenzo, vicente, orencio y paciencia), pinturas todas de gran carácter primitivo y de mérito elevado, si como al parecer fuesen del siglo XIII; pero la escultura es de traza basta a la manera de Olótzaga, como las partes mediocres de la portada principal catedralicia.
El claustro es desigual, sin el carácter bello y románico de la mayoría de los claustros españoles, por sus arquerias cegadas y su aire de abandono y de tantas renovaciones y postizos que le han hecho perder todo su encanto poético y arqueológico. Cesó en la catedral la vida regular de los canónigos, en tiempos del OB. Solá (meds s XIII). El ala mas antigua era la correspondiente a la llamada « sala de la limosna» (N) que conserva arquerías y capiteles romñanicos deteriorados y en los muros inscripciones funerarias principalmente del SXIII de noble sy prebendados; junto a ellos, donde antes estaba el antiguo capítulo, hay un bello relieve de la Virgen sentada con el Niño (por 1257) junto a la puerta de la catedral el ala gótica, levantada por el famoso ob. Oscense Domingo de Ram ( uno de los tres compromisarios aragoneses en Caspe) que lo realizó con la ayuda de Benedicto XIII (Papa Luna) quien tanto se prestó a terminar esta parte de la catedral y el claustro: es de bóveda ojival de arista, alta y airosa con los escudos en las claves del famoso Pontífice y el gran Obispo. En esta parte dell claustro hay algunos sepulcros del XIV y un relieve del Calvario. Es curiosa en la parte antigua una inscripciñon, hoy borrosa de Forment, el genial escultor dedicado a su discípulo Pedro Muñoz.
Sala de la Limasma.- Antiguo refectorio en la vida regular de los canónigos, debe su nombre por los 25 menesterosos que comían allí diariamente. Era un hermoso salón (hoy trastero abandonado), dividido en dos partes por un arco apuntado. En el hay un púlpito mudéjar con labores de yesería del s. XVI (arte, el mudejár, que con tener uno de sus focos importantes en Aragón, principalmente en arquitectura, por la falta de buenas canterías son muy escasas sus obras en la región altoaragonesa). Una capilla bellisima, por su decoración y relieve plateresca en ella abierta en el s. XVI perdió su interesante retablo de San Martín, obra de Tomás Peliguet, desconociéndose su paradero.
Adosada al patio interior del claustro está la
PARROQUIETA.- (Así conocida por el pueblo, parroquía del Salvador en la Catedral) obra moderna, realizada por el ob. Honorio María Onaindía en 1884, que con su sacristía ocupa casi todo el patio del claustro catedralicio, salvo tres tristes cuadrilongos que sirven de trasteros. Pero esta obra moderna e inadecuada al lugar conserva el famosísimo retablo de Montearagón. El castillo abadía que domina altanero la vega de Huesca, la famosa fundación de Sancho Ramírez en 1094 hasta los incendios, las leyes desamortizadoras y el abandono del siglo pasado lo arruinaron, pasanto su retablo a la parroquia de la catedral, asi como los restos del rey batallador fueron llevados a San Pedro el Viejo.
Retablo de Montearagón.- Es una de las mas exquisitas obras artísticas de la capital, primorosa labor del célebre escultor aragonés Gil Morlanes,
relizada por encargo de Alonso de Aragón, prior del Monasterio (hijo natural del Rey Católico), por 1507-1512. el retablo y la bella portada de la iglesia de Santa Engracia, de Zaragoza, sn las últimas obras del artista. El conjunto es de estilo gótico florido, con magnífico guardapolvo, pináculo, doseletes, etc. La parte inferior forma entre elementos decorativas exuberantes, cinco escenas (epifanía, predicación de san Victorian, Piedad, degollación de inocentes y resurreción), separándolas junto a cada pináculo una pareja de apóstoles. Sobre esta parte se levanta la central con tres grandes espacios para las escenas de la Transfiguración, juicio y ascensión.
Todo de finísimo alabastro, gran soltura en las composiciones y bellas figuras. A los lados los escudos de la famosa abadía-castillo de Montearagón (una fortaleza y un cordero).
El sagrario (que entorpece la vista del conjunto), procede de la capilla de Santos Orencio y Paciencia, fundación de Lastanosa: es obra rica de mediados del S. XVIII. Precioso armario de principios del siglo XVII, con relieves de las virtudes cardinales en las cuatro hojas.
PALACIO EPISCOPAL. Se penetra por el claustro continuado por largo corredor: Del antiguo palacio gótico episcopal de Huesca apenas quedan restos que nos hablan de rico pasado: salas espaciosas, ventanales góticos, todo fue destruido y transformado en los S. XVII y XVIII. Recientemente, el ob. Mateo Colon (1930) ha renovado parte del palacio, encontrando algunos ventanillos y arcos románicos, seguramente de su parte mas primitiva. Es digno de anotarse una puerta románica de tres archivoltas, curiosisima.
El gran vestíbulo, fue lujoso salón que enaltecieron los cronistas locales de la obra del ob. Antonio de Espés (1466-1484): solo hay el artesonado de estilo y gusto mudéjar, ostentado en sus vigas el «Tanto Monta», famosa divisa de lso Reyes Católicos y las armas del obispo, con el lema «tu es mea spes» (tu eres mi esperanza), es obra de finales del s. XV, y quizas la única obra mudéjar de Huesca y el Alto Aragón. En el interior había otro artesonado, del que se conserva gran parte, con el escudo de Urríes, ob oscense en 1424-1443. en los muros del salón, se encuentra un lienzo curioso de asunto raro (¿gira de endemoniados?) de mano original y tonalidades que recuerdan lejanamente al Greco, pero con gran dominio en la composición de muchas figuras (s. XVII).
En el oratorio familiar del obispo, eciste lienzo de Virgen de la escuela de Murillo, de sorprendente finura.
Volviendo a la plaza de la catedra y dando frente al palacio episcopal y cada de canónigos, se levanta la casa consistorial de la ciudad: ayuntamiento (plano general nº XXII).
HISTORIA.- Municipio romano Huesca (Urbs Victrix Oscae, dictado de ciudad vencedora, concedido por Julio César), gozó de grandes privilegios, que solo se concedían a muy contadas ciudades y colonias bajo la dominación de Roma. Tales como el regirse por sus usos y costumbres; es asi mismo indiscutible que sus pobladores gozaron de privilegio de ciudadanía romana, y así sus ciudadanos podían ingresar en las legiones romanas y hasta en la aplicación de las penas quedaban de procedimientos afrentados. Y es preciso señalar estas distinciones cuando tan escasas eran en los primeros siglos de la dominación los municipios españoles que alcanzaron tales privilegios del Senado y el Pueblo Romanos. Huesca llegó a la cumbre de su gloria, cuando alcanzó de Julio César el glorioso de Dictado de Ciudad Vencedora, que ella grabó en su escudo, como emblema de un pasado glorioso de vida romana. Escasas noticias tenemos del municipio visigodo y aun del mismo musulmán, tanto bajo el poder de los emires y califas cordobeses como siendo cabeza del walifato dependiente del rey taifa de Zaragoza (los Beni-Muza, Tochibies y Beni-Hud, sucesivamente), épocas en las que entre distintas vicisitudes la historia no dejó huellas de su vivir municipal. Pero ya cristiana (desde 1096), fue el municipio oscense de los mas libres, caracterizado por la dureza y ejemplaridad de su Justicia. Esta Justicia, era de nombramiento real hasta 1289, en que Alfonso III se reservó el derecho de elegirlo entre cuatro personas sacadas a suerte y además de normar su Lugarteniente y el famoso Zameldina (ejecutor de las sentencias). Se nombraba también cuando las circustancias lo exigían un «Justicia albarráneo» por encima de los fueros y con poderes extraordinarios. Igualemnete eran de nombramiento real los jurados, pero no los consejeros que se dividían en brazos. Dado el carácter eminentemente feudal del Alto- Aragón, la aristocracia (tan rebelde e insumisa al poder real a partir de Pedro III, fines del s. XIII), prevaleció sin embargo poco en el Municipio oscense y la actuación de la ciudad fue paralela a las Comunidades del Bajo Aragón mas democráticas y realistas (Calatayud, Daroca, Teruel, Albarracín); Huesca en la Edad Media se apartó frecuentemente de la convivencia de aquella nobleza aguerrida y levantisca, lo mismo en las Cortes del Reino como en las tumultuosas ligas sediciosas. Asi al llegar el famoso interregno por la muerte del rey don Martín, mientras las huestes del Conde de Urgel y de Antonio de Luna saqueaban la comarca, Huesca supo mantenerse neutral entre los pretendientes a la Corona. Imposible detallar el sin número de privilegios de que gozó la ciudad, concedidos por todos los monarcas de Aragón, ni tampoco señalar sus distintas ordenanzas y regímenes pero si marcar algunos cargos interesantes, que formaban parte de sus consejo conjuntamente con los 24 concejales (divididos en 14 preminentes, 8 segundo y terceros), tales como el «almo aren» (encargado de las pesas y medidas) el «padre de los huérfanos» (que limpiaba a la ciudad de vagos y mendigos y protegía a los humildes) los «contadores» (que fiscalizaban a los empleados y recibían las quejas públicas), el «regidor» (verdadero director del hospital), el «mayordomo» (encargado de la contabilidad), el «bayle» (cobrador de rentas y sobre todos el «Prior de los jurados» que era la cabeza de la ciudad y necesariamente tenía que ser mayor de 45 años y haber sido tres veces consejeros.
FACHADA.- El edificio Consistorial de cierta majestad, es de arquitectura castiza aragonesa, ejemplar del Renaciemiento plateresco del s. XVI, parece recordar en su aspecto la época de apogeo del Municipio español. La fachada de ladrillo ( como toda la arquitectura castiza popular aragonesa), es austera y noble aunque fue rehecha en 1610, según los planos de Domingo Zapata, arquitecto de Zaragoza, sobresaliendo en su conjunto la alta y hermosa galería con columnas que sostienene un típico y artístico alero rafe en el país), sobre netamente aragonesa construida en 1611; completa la fachada, dándole mayor carácter, dos macizas torres en los ángulos.
INTERIOR.- Ocupa el actual edificio y su huerto, el solar de «las casas de la ciudad», llamada también »casa de la corte» que debieron ser habilitadas para tal fin en el s. XV, y ademñas mas tarde derribadas para levantar el actual ayuntamiento, probablemente para asiento de oficinas y reunión del consejo ordinario, ya que los generales (consejo abierto) de todos los vecinos, se sabe documentalmente que se reunían en un antiguo fosal o cementerio en las cercanías de la iglesia de las Miguelas.
El zaguán de la entrada es majestuoso, con columnas que sostienen arcos platerescos bellamente labrados con el tema latino de Ciudad Vencedora y sostienen un hermoso artesonado tallado y macizo. Al pies de los arcos arranca una escalera señorial, ornada de bustos en medallones y hermosa bóveda con los cuatro escudos de Aragón, obra del escultor Miguel de Urliens. En los huecos de la anchurosa escalera los sitiales, asiento del Justicia, del «Sucesor» y un jurado, curioso como mueble del Renacimiento (1578) y por los recuerdos que evoca de la historia aragonesa. En el fondo del vestíbulo está situado el Salón de Sesiones, en cuyas paredes están cuatro lienzos grandes que representan a los reyes Sancho Ramírez, Pedro I, Alfonso el Batallador y Ramiro el Monje, cuyos hechos están tan enlazados con la historia De la ciudad: son obras de Juan Galván, de Zaragoza, en 1826. finalmente, en las oficinas municapales puede verse las «Juratorias», dípticos de la plata (crucifixión y Jesús bendiciendo), obra bella del oscense Fermín Garro en 1657; unas mazas, también de plata, del orfebre García (fines del s. XVI) y en la secretaría un magnífico armario de talla renaciente, obra en 1592 del escultor Juanes de Verrueta, el artista que finalizó la sillería del coro catedralicio.
En el jardín, un busto sobre pedestal pétreo, con los escudos de Aragón y de Huesca (s. XVIII) procedentes de la pl. de Lizana.
Adosado al Ayuntamiento, en su lado N., se encuentra el edificio de Santiago (hoy Museo Provincial de protocolos), fue el famoso y antiguo colegio Imperial de Santiago, adscrito a la gloriosa Universidad Sertoriana, y digno compañero de los Colegios universitarios de nuestra época clásica en Salamanca, en Alcalá o Valladolid.
HISTORIA.- Fue fundación el Colegio de Santiago D. Berenguer de San Vicente, maestro en artes en la misma universidad oscense y canónigo de la Catedral, en unión del maestro Diego Pujol, abad del monasterio de Santa María la Real de Mallorca, que con gran entusiasmo y amor buscaron toda clase colaboraciones, hasta conseguir la acogida y apoyo del emperador Carlos V, que se hallaba por entonces celebrando Cortes en Monzón quien propuso suprimir el prioraro de San Pedro el Viejo para dedicar sus rentes al nuevo colegio universitario.
El lugar fue el solar de las casas solariegas del fundador con sus bienes y la herencia que recibió de una hermana. Se le nombró patrono mientras viviese y se señaló como Consejo de Patronato al rey, al obispo de Huesca, cabildo catedralicio, inquisitor del reino, justicia de Aragón y al barón de Ayerbe.
La majestad de Carlos V concedió un sinnúmero de prerrogativas e inmunidades y dio al Colegio el honor de usar sus armas (gigantesco escudo imperial en la escalera) y tomar el título de «imperial». También se obtuvo la aprobación pontificia por Bula de Paulo III (Farnesio) en septiembre 1533: llegó a ejercer jurisdicción en cinco lugares e incluso nombraba ayuntamientos. Los colegiales no podían pasar del número de 13, teniendo que ser hijos legítimos de familias hidalgas, mayores de 20 años y haber nacido en los estados de la Corona de Aragón (Cataluña, Valencia, Baleares y Aragón) o de Navarra, además de ser bachilleres: usaban traje con mateo, de paño, beca de grana y bonete negro, luciendo en el pecho la cruz de Santiago. En el catálogo de alumnos del Colegio Imperial se encuentra un gran número de personajes eminentes: obispos, arzobispos (5), regantes de Aragón (8), magistrados, justicias, cancilleres, auditores, catedráticos, consejeros. A principios del s. XIX al desaparecer la Universidad serioriana arrastró en su caída a los colegios universitarios y mas adelante las leyes desamortizadoras del ministro Mendizábal acabaron con la secular fundación que había sido el orgullo de Huesca. El edificio paso al Instituto de Segunda Enseñanza heredero humilde de aquella universidad gloriosa. Hoy destartalado con restauraciones costosas y lentas, con el abandono de la ciudad, deja sentir la inquietud del porvenir.
FACHADA.- Forma como continuación y complemento del vecino Ayuntamiento separado de él por la torre pero en perfecta continuidad de sus líneas típicas aragonesas, con curioso balc´n de gondo aconchado para demostrar sin jacobinismo y en él el escudo titula, y enlo alto espléndido alero y alta galería formando ángulo en el colegio: es obra de gusta renacentista del arq. Antonio Mendizábal (por 1610) que también terminó las obras de las Casas Consistoriales.
El interior, muy abandonado, da triste sensación, pero la escalera con el gran escudo imperial, añora su pasada grandeza. Hoy el vestíbulo, escalera y planta principal, forman el Museo de Bellas Artes, mientras el fondo de la planta baja, esta destinado a Archivo histórico Provincial.
HISTORIA.- Se fundó este Museo Porvincial, tan interesante para el estudio de la pintura aragonesa principalmente de primitivos, en 1893 debido a las gestiones de la Comisión local de Monumentos y a la ayuda prestada por el entonces Gobernador civil D. Manuel Salavera, empujados todos por el entusiasmo y autoridad de aquel gran oscense y excelente artista D. Valentín Carderera, pintor y académico de las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, que concibió la idea y puso afanes y entusiasmos y no pocas donaciones, (el lote mas importante de pinturas en número de 72), además de una buena colección de dibujos, estampas y libros. (véase Biblioteca Provincial), completándose el Museo con el envío de 13 lienzos por el Ministerio de Fomento, y 53 que guardaba la comisión Provincial de Monumentos, procedentes de los conventos oscenes, a raíz de la exclaustración.
VESTÍBULO
- Expuestos objetos en piedra de valor aqueológico: varios capiteles románicos prcedentes de las ruinas del castillo- abadía de Montearagón (s. XII) y otros de San Pedro el Viejo. Tres grandes escudos de antiguas casonas hidalgas de Huesca, varias basas románicas y una romana hallada en la inmediata calle de Dormer. Ventana ajimeceda árabe del s. XII, procedente del castillo de Loarre; gran monolito con inscripción romana.Escalera- (1) En el rellano, imagen gótica de San Pedro, procedente de San Pedro el Viejo. Dos curiosos diversos de la ciudad de Huesca, objeto de tantas discusiones de eruditos; el jinete con la muesca y la fortaleza murada con la muesca. En los muros del lado derecho 24 (¿) inmaculada sobe paisaje (s. XVII); 87, Martirio de San Lorenzo (s. XVII); Virgen y San Antonio; 113, visión de Santa Teresa (escuela aragonesa, s. XVII); 94, Virgen con Niño. Todos de poco interés.
(1) los números se refieren a los que presentan las obras en su Catalogación.
Lado izquierdo: Pontífice; 86, Martirio de San Vicente; 144, Inmaculada; 97, Comunidad carmelita adornado a la Virgen titular. En el suelo del segundo rellano algunos escudos, fragmentos de mosaicos y basas romanas.
Frente a la escalera, Sala de entrada al Museo (llévese siempre la izquierda en cada sala); 79, «La Virgen (niña) y sus padres», acertada composición grande, firmada por Francisco Camilo en 1672; 71, «Alegoría del pecado»: el árbol del bien y del mal y la serpiente seduciendo a Eva mientras Adán toma el fruto y la muerte se cierne sobre ellos y en lo alto el Padre Eterno contempla la desobediencia.- Al lado una litografía de Goya; 72, «Alegoría de la Redención» curioso como el anterior por su rareza y composición y en las figuras simbólicas de la Humanidad, el pecado, y el Bautista enseñando a los niños el árbol del Paraíso de donde pende Jesús. Esta pareja de lienzos curiosos, que nada tienen de escuela valenciana, parecen italianos del s. XVII; 81, San José, con niños y ángeles que le llevan flores, de autor desconocido pero no obra de Camilo; 16, (sobre el balcón), retrato del gran artista y académico, creador del Museo, Valentín Carderera; 77, la Transfiguración del Señor entre luces, Moisés y Elias que descienden y los tres apóstoles en el suelo fascinados. Es un buen cuadro de empeño, muy cercano a los mejores de Ribalta (s. XVII), de autor desconocido; 117 y 116, Verónica y Ecce-Homo, procedetes de un mediocre, «Vía Crucis» incompleto. Dos litografias de Goya; 85, San José, otro buen lienzo firmado por Camilo, compañero del núm. 79.
Salón grande (a la izquierda de la sala de entrada): Imagen gótica policromada de San Bartolomé, con doselete, procedente del retablo (véase sala de primitivos) de la capilla sepulcral del claustro de San Pedro el Viejo; 78, «Presentación de la Virgen» con los padres y el Sumo Scerdote, que la coge de la mano, mientras en el suelo hay un maravilloso grupo de mendigos. Lienzo muy bueno, de completo aire murillesco mas bien apuntado a lo Marquez; 82, «Presentación» del Niño en el templo, Simeón recibe al Niño de manos de l Virgen, detrás San José, mancebos, ancianos y otras figuras; delante el cesto de la palomas simbólicas. Es obra muy acertada de Gilarte; 76, La Virgen orando, obra del mismo; 75, «La Presentación en el templo», buen lienzo del autor citado; 25, Virgen, obra muy mediana; 26, Cleopatra, de la escuela de Guido- Renni; 102, San Pedro penitente, parece un original de Rabiella; 84, Apunte de Santiago, copia del Guido Renni; 31, «Asunción», mediano lienzo del italiano Crespi; 36, «Dama veneciana», copia del Veronés; 83, san Jerónimo al estilo de Mateo Cerezo (XVII); 51, San Pedro mártir y sus compañeros asaltados por herejes, copia de un cuadro de Ticiano que se quemó en Venecia; 42, Herodías con cabeza del Bautista, copia de un Ticiano del Museo del Prado; 66, « Aparición de Jesús a la Magdalena», cuadro acertado de un buen pincel de la escuela veneciana; 62, Martirio de Santa Justina, buena copia veneciana de Veronés, hoy perdida; 63, una «Sibila» buena copia del Dominiquino; 34, San Juan Evangelista y un compañero (sin símbolo), bosquejo de Carlos Maratta; 44, (indescifrable); 45, Cleopatra con sus perlas, obra del francés Franger; 49, Santa Cecilia, tocando la viola ante un ángel que le sostiene la partitura, parece excelente copia del Dominiquin; 33, Santo Tomás; 67, «La Epifanía», buena copia de un cuadreo del Veronés; 55, paisaje al estilo de Bossano. (En un rincón, un «yar» gótico de cocina popular, vulgarmente llamado «calderizos»); 115, «flagelación», 95, «El Salvador», lienzo de autor mediar o y desconocido; 50, paisaje de arboledas; 53, Retrato (el Marqués de la Ensenada); 27, Herodías con la cabeza del Bautista, lienzo; 32, Bárbara de Braganza, lienzo del s. XVIII; 68-69, Paisajes de la escuela francesa de Poussin; 24, Retrato de infanta, hija de Felipe IV; 252, Retrato de la Marquesa de Luzán, madre de Palafox, el héroe y defensor de Zaragoza de la independencia; es un excelente retrato de Bayeu, seguro de Goya; 70, Retrato de la princesa María Luisa de Parma, al estilo de Mengs (fines del s. XVIII); 39, Retrao; 35, Retrato de Gerard, estudio para el famoso cuadro de la entrada de Enrique IV en París (s. XVII). Sobre el balconcillo: 118, Coronación de María (!!).
Números 57-56-58-59-60-61, hazañas de Hércules de una serie incompleta; 124 (y no lejos, los números 125-129 y 133, el resto hasta el 140 de la colección, en el pasillo central del Museo; véase mas adelante): Escenas de la vida de San Bruno y de la Orden de los cartujos. Quizás la obra mas completa de su autor francisco M. Bayeu, religioso de la cartuja de las Fuentes, en Lanaja (Huesca), inspirándose algunas escenas en la serie pictórica del mismo asunto de Carducci. En el número 129 esta el auto-retrato con paleta y pinceles. Es obra algo rara, pero interesante en que es de lamentar el mal estado de la conservación, pues forma un conjunto curuisísimo, que llegó a entusiasmar al insigne Zuloaga; 90, Degollación de Holofernes por Judit; 103, San Juan de Perusa y San Pedro de Joseferrato, mártites franciscanos, buen lienzo, al parecer de la escuela de Ribalta; Sobre el balcón: 109, Virgen con Niño, 125 y 129. de la mencionada colección de San Bruno, de M. Bayeu; 123, Milagro de un santo; 87, Daniel en el foso de los leones; 45, Cleopatra con sus perlas, obra del francés Franger; 133. de la colección de Bayeu; 92 un Papa (copia?); 105, Lienzo, la Virgen-Niña, curiosa del s. XVII; 88, Virgen con Niño. Todas obras medianas.
Parte arqueológica.- En el suelo del salón hay toscamente recompuestos fragmentos de pequeños mosaicos romno-cristianos, con dibujos geométricos y restos de inscripción, procedentes de la necrópolis del siglo IV, de Coscojuela de Fantova (Huesca), compañeros de las «tegule» en el vestíbulo del mismo lugar.
En las vitrinas centrales, se encuentra una gran cantidad de diversos objetos (óseos, hachas, percutores, restos de cerámica, objetos de tatuajes, etc.) de procedencia varia, principalmente de los poblados y estaciones neolíticas y de la edad del Hierro en Lugares de la provincia de Huesca, tales como Valletes (Sena), Villanueva de Sigena, Albero alto, Casbas, Caja de Villabueva. Procedentes de Valfarta (Huesca), pedazos de Cerámica de tipo saguntino, y una interesante espada celtíbera de Tejada (Cáceres). En otra vitrina, restos de cerámica ROMANA DE Calagución de ob. Juan Mortiz de Salaazar al colocar la primera piedra de la iglesia de la Compañía, dedicada al santo oscense San Vicente, en el año 1625. una interesante pesa medioeval (1239); distintos objetos de ajuar funerario (camafeos, sortijas, fíbulas), procedentes de la necrópolis de Fantova; vaso hispanomorisco de reflejos metálicos; varios arcos y otros objetos romanos. Colección de monedas ibéricas, romanas y medioevales de Huesca y Aragón; algunos tejidos y encuadrenaciones curiosas (S. XVIII). Colección de grabados donados por el fundador del Museo V. Carderera, entre ellos uno de la Universidad Setorina, grabado por Artigas, muy curioso, en la otra vertiente de esta vitrina mas restos de los mosaicos de Fantova; gran ánfora de la edad de bronce, procedente de Sena; distintos azulejoz aragoneses. Cristo de cobre esmaltado del s. XIII; una llave morisca y finalmente fíbulas, claves y otros objetos visigodos, procedentes de la necrópolis de Alavilla en Guadalajara. Son interesantes gradados de Teresa y Jerónimo Agüesa, y el realizado por Carderera del gran pintor aragonés Jusepe Martínez, sacado del cuadro que pintó su hijo P. Ramón de Huesca, ilustre fraile fundador de toda la historiografía religiosa aragonesa.
(A la derecha de la sala de entrada): Sala n.º 3 106, Nuestra Señora de Gracia, mala copia de la venerada en Roma, de la escuela de Carracci; 100, martirio de San Bartolomé, pro V. Berdusán, medriocre; 23, tabla delicada de la Asunción con escudo desconocido, estropeado pero muy bello (mediados del siglo XVII); 37, Retrato de María de Médicis, de Serós, de muy buen aspecto pictórico; 91, Boceto de la glorificación de San Pedro y San Pablo, parece de V. Berdusán, 36, Dama Veneciana, 38, Retrato de Ana de Austria, haciendo pareja con el anterior, nº 37; 30, Vrgen y Niño con santa, copio del Veronés; 29 pentecostés, de la escuela de Mateo Cerezo; Gran lienzo «Bautismo de Cristo» en el río Jordán con el Bautista y ángeles y a lo lejos tropel de gentes a pie y a caballo, contemplando en lo alto la escena el Padre Eterno y el Espíritu Santo, es una de las mejores obras del Museo, magnifica de color y composición obra de Juan Pareja en 1667; 114. La Vurgen lactando al niño, tabla; 16, Santa Lucía, con corona, palma y los ojos en el piato, muy buena obra de Vicente Carducci, pintor de cámara de los reyes Felipes en el siglo XVII; 74, Obispo, mártir, escritor y mercenario (San Pedro Pascual) firmado por Solís; 73, crucificada dentro de un templo, excelente lienzo en su factura pictórica a base de rojos, obra de Carreño, 65. concepción y San Miguel en lucha con el ángel malo, obra de la escuela de Jordán; 40, Retrato de mujer, copia antigua de un original de Berlín; 48, «Asunción». Boceto de Castilla, el maestro de Murillo; 93, «santa Teresa», buena obra pictórica. La santa recibe la inspiración divina para escribir lo maravilla de su prosa mística; obra muy lograda del pintor aragonés Vicente Berdusán; 64, «La Virgen con el Niño» y ángeles con instrumentos de música, parece copia de claudio Coello.
En los bordes de los muros de la sala sobre tarima se encuentran algunos objetos arqueológicos: bocal de fuente, parte del brazo de estatua romana gigantesca descubierta en las obras de la parroquieta, de bronce, Virgen gótica procedente de Agüero (Huesca); varios capiteles románicos de distinta procedencia; cinco malas imágenes (entre ellas Virgen gótica) procedente de la casa de Misericordia y resplaterescos de ornamentación de viejos y desaparecidos edificios de la ciudad.
Volviendo al alto de la escala por la izquierda. Se pasa a la galería de donde a la izquierda también, se encuentra la sala de Primitivos, la mas completa y valiosa sala del Museo y una de las mejores de España en este aspecto de la Historia pictórica nacional.
Sala de pintura primitiva aragonesa.- Sobre la puerta: núm. 52. tríptico con puertas: buenas tablas por 1500, que representan la Virgen de la Rosa con el Niño, ángeles con corona y otros con instrumentos musicales; a los lados Santa Catalina y Santa Bárbara: es un bello conjunto de pintura gótica, de sugestiva finura en la escuela aragonesa; nº 4, «Visitación de María», magnífico conjunto en tabla en el que aparece la Virgen y Santa Isabel con ricas vestiduras (moda flamenca de la época) y una doncella ofreciendo claveles, mientras en segundo término aparece un caballero con casco y un hombre con lanza, siendo el fondo arquitectónico renacentista. Es obra anónima («el maestro de Sigena» se le conoce a su autor en la historia del arte español), procedente del famoso monasterio sanjuanista de Sigena, núm. 18, «la mujer adúltera», acusada por Jesús tabla de rico colorido y de gran acierto en las figuras, pintada al óleo pero aun con influencia gótica (fondo) muy probable obra e Pedro de Apinte, el famoso pintor de Cámara del rey católico (principios del s. XVI); núm 5, «La Virgen del Rosario», tabla de pintura graciosa y bbella de fines del s. XV, procedente de santo Domingo de Zaragoza; nº 22, «Degollación del Bautista», tabla gótica de pintura al temple, del tiempo de los Reyes católicos, quizás como los números 13, 19 y 21 de Pedro de Aponte, núm. 20, Predela gótica, formada por cinco tablas (san Cosme, santa desconocida, resucitado, magdalena y san Damián), obra aragonesa de S. XV, con rica ornamentación y delicados paisajes en el fondo. En la figura del primero, san cosme, con su lujoso traje, se ha creído ver el retrato del desgraciado Príncipe de Viana; nº 17, Otra magna predela gótica, obra aragonesa también, al óleo, de fines del siglo XV, con talla ojival y cinco escenas: Santa Lucía, la Virgen, Jesucristo doliente, San Juan Evangelista y Santa Catalina; 21, Natividad del Bautista; 19, Bautismo de Jesús, 13, Predicación del Bautista ante Herodes, los tres on partes de un retablo descabalado de San Juan Bautista, curioso por las figuras, paisajes y composiciones, buena obra anónima, de pintura al temple del s. XV; núms. (provisionales 251, 255 y 254, sin catalogar): retablo, en depósito procedente de la capilla de San Bartolomé del claustro de San Pedro el Viejo: en lo alto, San Andrés, la Virgen y escena curiosa, quizás de la leyenda de as once mil vírgenes, buena obra por 1470; abajo la predela, desgraciadamente muy estropeado, de cinco tablas dos de ellas indescifrables por el mas estados, otra el resucitado y dos de escenas raras que parece el bautismo de tres personas mayores y una degollación, todas sacadas de la vida y leyenda de San Bartolomé. Son buenas pinturas góticas de mediados del s. XV.
N.º 8, «San Pedro de Verona»; n.º 9, «San Orencio» (padre de San Lorenzo), sentado con aire de prócer, sujetando a demonios; nº 7, «San Esteban», senyado con fondo de oro; n.º 6, «Santo Domingo».
Forman un magnífico conjunto de cuatro tablas procedentes de un retablo del desaparecido convento de Santo Domingo, de Zaragoza, de escuela arahonesa del S. XV que algunos críticos han querido atribuir a Pedro de Aponte.
N.º 108, «El calvario» con gran número de figuras muy expresivas, de gran riqueza de movilidad y Color, forma una buena obra gótica de fines del siglo XV de escuela aragonesa de autor original y desconocido; nº 15, «visitación», buena tabla gótica con excelente paisaje al fondo, quizás de Aponte, como los antedichos números 18 y 21; nº 7 «San Vicente» mártir, hijo de Huesca, rodeado de cuatro ángeles con los atributos de sus martirios, tabla gótica del s. XV, de muy buen estilo.
N.º 1, «San Joaquín y Santa Ana», abrazándose ante la puerta dorada, en la que aparece el sumo sacerdote, sobre un arco las iniciales I.E.N; Nº 2, «Nacimiento de la Virgen», con gran acierto de figuras, sobre todo en la Santísima madre y en la doncella que sostiene a la Niña; n.º 3 Anunciación. Con fondo de arquitectura renacentista, de gusto italiano, la escena dividida en tres partes, el ángel figura impresionante con rica túnica, la Virgen humilde y el grupo de doncellas que la rodean que representan las virtudes, todas con graciosos adornos y brocados, las tres tablas con el antedicho número 4, son partes procedentes de un magnífico retablo del siglo XVI ( principios), del real Monasterio de Sigena, de autor desconocido (el maestro de Sigena), español, sin duda de personalidad artística muy recia, aunque inclinando algo a la manera italiana doblemente en el sentido florentino de Boticcelli y al influjo de Mantegna, sin pérdida de su auténtica personalidad hispánica en la fuerza y ostentación de las Figuras. Parte de este mismo retablo se conserva en la Colección Muntadas, de Barcelona.
De la sala de Primitivos se pasa al despacho del Director del Museo. En el se encuentran distintas obras: nº 682 (provisional): vista del Coso de Huesca, obra del pintor local Lafuente (1904). (Sin catalogar) «Santa Inés» mas que cuadro religioso es un verdadero retrato, con letra antigua y fecha 1661, de dama visiento a la moda franco-española de la época. Obra muy acertada de Vicente Berdusán; núm 47, San Francisco en éxtasis; 141, tipo aragonés; retrato de Alfonso XII, de muchacho (sin catalogar): un paisaje de época románica muy curioso, de revista por personajes en coches descubiertos, antes las tropas isabelinas al pie del castillo de Montearagón.
Pasillo central: de muy escasa y contraria luz para la observación de las obras expuestas. Casi todas ellas de escaso interés.
Trece cuadros de la curiosa colección pictórica de M. Bayeu, cartujo de las Fuentes, sobre la vida del fundador San Bruno y la Cartuja ya mencionada, el resto en las salas anteriores; 99, Santa Reina; 28, Dama con niño, parece retrato; 101, Inmaculada, buen lienzo que hace pensar en obra de V. Berdusán quizás con influencia de Maratta; 98, Jesús, 111, Jesús Niño; 145, Bautista.
Lado derecho: nº 112, Transverberación de Santa Teresa; 119, San José; 110-120-121-122. escenas de la vida de San Bruno, de la serie de Bayeu, muy curiosa en composiciones, ambientes y figuras. Verdaderas estampas de ambiente deciochesco.
En el resto de la galería planos, fotografías de monumentos artísticos de la capital y la provincia, curiosos por haber desaparecido algunos de ellos.
Saliendo del Museo, por la calle de Dormer (que recuerda al ilustre canónigo y cronista de Aragón, D. Diego José Dormer, gran amante de Huesca en donde murió en 1705), se llega en la plaza de Pedro I (el conquistador de la ciudad al
COLEGIO DE SAN BÉRNARDO.- Fué el Colegio que la orden cisterciense tenía establecido en Aragón desde 1613, que al igual que otras ordenes, poseía en Huesca casa para que los monasterios de la provincia eclesiástica. Enviasen sus novicios a recibir adecuada instrucción en las aulas de la famosa Universidad Sertoriana. La Orden de San Bernardo sostenía en ella la cátedra de Teología. Pero desde la «francesada» el edificio sufrió muchas modificaciones y deterioros y exceptuando su fachada barroca (s. XVII) nada recuerda la casa de los monjes bernardos, que luego durante muchos años, fue Escuela Normal del Magisterio, y hoy edificio escolar: tan solo conserva un grande y aceptable lienzo de San José, de escuela aragonesa del s. XVII, a lo Berdusán.
Volviendo a la plaza de la Catedral, por la calle de Quinto Sertorio, se llega a la plaza de la Universidad, donde se levanta ésta (hoy instituto de 2.ª Enseñanza el viejo Hospital Provincial y al fondo el Seminario ( en el solar de la vieja y morisca Zuda).
HISTORIA DEL EDIFICIO.- En lugar que hoy ocupa el instituto se levantaba el alcázar de lso walís musulmanes que a Huesca dominaron cerca de 400 años y que ellos llamaron «Zuda» cuyo perímetro debió comprender el Instituto, parte de la plaza y el vecino Seminario. Después de la conquista de Huesca por las huestes cristianas de Pedro I (1096) pasó a ser castillo real pero de esta primitiva construcción no resta nada.
A medados del s. XII, probablemente en tiempo de Alfonso II se renovaría gran parte de la fortaleza como lo demuestra algunas de las estancias que se conservan («la mazcorra de la campana», la « sala de doña Petronila») y los recios muros exteriores del lado N. debía ocupar aún gran extensión, ya que cuando en 1354 Pedro IV que tanto amor profesaba a Huesca fundaba la Universidad o Estudio general de Huesca (la segunda después de Lérida que tuvo la corona de Aragón) donó una gran parte de Lérida que tuvo la corona de Aragón) donó una gran parte del edificio, reservándose para sí otra no menor. En este alcázar se alojaron muy frecuentemente los monarcas aragoneses y algunos de ellos pasaron grandes temporadas y a menudo reunieron cortes.
El cornisa Ainsa nos describe el edificio como conjunto de ingente fortaleza con recios muros y torres, estancias, con arcos, columnas, capiteles, almenas, etc., que hoy tan solo exteriormente por el lado de poniente lo recuerda por su sólida fabrica, propia de fortaleza, pero siendo ejemplo curioso de palacio románico. La Universidad que fundara Pedro IV estaba bajo el recuerdo de la famosa escuela de Quinto Sertorio sabido es como este patricio queriendo hacer de España un baluarte contra el partido aristoccrático de Roma, fundó hacia el año 16 a de Cr. Una escuela en Osca para los hijos de nobles iberos, siendo la primera que en España hubo para educar a la juventud indígena en la cultura grecoromana y no solo en primeras letras sino también como dice Plutarco.- en gramática y retórica. No es pues desproporcionado el título que catorce siglos mas tarde dio Pedro IV a su fundación. Los muchachos iberos de aquel primitivo centro de estudios podían llevar la toga pretexía, distintivo de los hijos de los senadores romanos y recibir como premio la bula de oro. Para apreciar esta obra de Sertorio es preciso pensar en su política de captarse el corazón de los iberos tan orgullosos como agradecidos y formar los hombres que habían de serle necesarios para administrar su dominio español: la gratitud se manifestó pronto y millares de iberos se unieron a él y se hicieron su «saldurri» o devotos jurando servirle hasta la muerte y delegados de tribus y ciudades pidieron con vehemencia a su caudillo órdenes para por el luchar contra Roma.
Sobre este recuerdo, se funño en el S. XIV la Universidad «Sertoriana» accediendo a ello el rey Pedro a petición de la ciudad en las Cortes de Alcañiz y concediéndola el título de Literaria, académica y Estudio general que alcanzó pronto gran celebridad por sus estudios de Teología y Sagrada Escritura, de Derecho Civil y Canónico, de Filosofía y medicina ademas de las artes menores. También los Pontífices la confirmaron con los privilegios que gozaban las de Tolosa, Montpellier y Lérida y hasta las extenciones que disfrutaba la famosa de Bolonia, siendo además, favorecida con el dictado de «regia» y «pontificia» y con grandes donaciones principalmente de los reyes Juan II el rey Católico y los monarcas de la dinastía austriaca. En 1611, Felipe III hizo donación del resto del antiguo alcázar que se había reservado la Corona a excepción de una pequeña parte que años mas tarde fue incorporado también a la Universidad. Al finalizar el siglo XVII, se derribó gran parte de la antigua fabrica y se reformó completamente el recio muro del regio alcázar románico en la parte del salón de actos y comenzando a construirse la reforma ideada por el arquitecto y catedrático Francisco Artigas. Lamentablemente fue que la hermosa fachada proyectada no llegará a realizarse. La vida universitaria llenó la ciudad desde el s XV al XIX dándola carácter y gloria cual en las clásicas universidades de la época. La dirección y administración estaba a cargo de los jurados de la Ciudad y mas adelante también de la mitra oscese, con atribuciones de retribuir y normar al profesorado, dedicando rentas, prebendas, raciones y beneficios, de tal modo que según consta por informe del claustro al Consejo de Castilla en 1793 ascendía sus rentas a 132.281 reales, cantidad muy crecida para la época, con la que no solamente cubría los gastos de los 24 catedráticos y de la conservación del inmueble sino que quedaba un líquido superávit superior a los 50 mil reales; su fama fue general en toda la península y de sus aulas salieron carones ilustres que en cargos elevados del reino proclamaban los frutos de su educación literaria. Era digna de elogio por la disciplina de sus escolares, por el esmero educativo y ciencia de su profesorado, por sus ejercicios literarios, por la solemnidad de los actos especialmente la colección de grados, algunos de ellos celebrados en la catedral, fueron de gran resonancia. La fiesta de la Universidad era la de la Inmaculada cuyo dogma defendieron como toda la Nación española y aún hoy, esta famosa festividad es celebrada solemnemente en la catedral por el claustro de profesores del instituto de Segunda Enseñanza, modesto continuador de aquella Universidad famosa que cerró sus aulas en 1845.
Fachada.- Se compone de dos cuerpos, el inferior de cantera caliza y el superior de ladrillo con el escudo de la Universidad. Por un vestíbulo se pasa a un hermoso claustro con bello y románico jardín en el centro, de planta octogonal con robustas columnas de basas sencillas, teniendo por fondo la maciza torre cuadrada que domina el edificio y hoy es centro de observación metereológica.
Los lados del claustro lo ocupan las aulas y dependencias administrativas del actual centro doncente. Hacia el fondo la antigua Capilla de gusto barroco, con interesante y monumental retablo de la época (s. XVII) y bella imagen.- graciosa en su ropaje, expresión y talla de la Inmaculada, patrona de la vieja Universidad. Junto a ella, al fondo el claustro, se penetra en el Salón de Actos y antes, unas lápidas recuerdan el paso por aquellas aulas en sus estudios del bachillerato, del sabio histólogico, gloria nacional, D. Santiago Ramón y Cajal y el famoso escritor de dura y decadente prosa, D. Joaquín Costa. El salón de Actos, de grandes dimensiones aunque de escasa luz por su contextura medioeval, es cubierto de bóveda gótica elevada. En sus muros se exponen retratos de aragoneses célebres, cuyos nombres van unidos a la historia de la Universidad: el cardenal Bardají, el Justicia Monter, D. Pedro Ric, Juez de cámara de Castilla, D. Antonio Veyán, Oidor del Supremo y D. Martín Dolz, Doctoral y Vicario. En el fondo del salón sobre la cabecera de la Presidencia, el famoso ministro de Carlos III, Conde de Aranda y a sus lados el poeta Bartolomé Leonardo de Argensola y D. Martín Funes, ob. De Albarracín; en lo alto, otro gran lienzo de Santo Tomás de Aquino, el patrono de las escuelas, y a la izquierda, el retrato de don Agustín Nardisa y Nasarre. Sobre los estrados un bello lienzo de la inmaculada recordando la defensa que de su dogma hicieron los Universidades españolas en los siglos XVII y XVIII y una alegoría de Sertorio recibiendo de Minerva los planos de la Universidad.
Pasando por el estrado se desciende por estrecha escalera a la terrible mazmorra conocida con el nombre de legendario de «La Campana de Huesca»
LEYENDA.- Los magnares del reino en el s. XI se mofaban del «rey cogulla» que la muerte del rey Batallador había sacado del claustro para ponerle en el trono. La situación del reino era difícil, por todos los vecinos atacado: Navarra separándose de nuevo, Castilla creyendo propia la ocasión para sus viejos sueños del dominio del Ebro, la morería (último esfuerzo almorávide) resaciéndose de los descalabros infringidos por Alfonso y al triste cuadro vino a reunirse el estado anárquico de una nobleza envalentonada y rebelde ante la creencia de un rey de espíritu débil. A las medidas regias de someter la nobleza concediendo mercedes se sucedían nuevas rebeldías sin medida y sin escrúpulos. Ramiro II suspenso ante las dificultades recordó a su viejo amigo el Abad de San Ponce de Tomeras en donde había inciado su vida moncal y antes este varón virtuoso y de suma discreción, envió un mensajero que excusiera sus tribulaciones. Por toda respuesta el anciano abad, llevó el mensajero al huerto del monasterio y empuñando un aguadaña sin decir palabra, fue segando suavemente los pimpollos mas altos del vergel. el extraño mensaje fue comprendido y el aragonés se propuso siguiendo el consejo, imponer inexorablemente su castigo a aquella nobleza contumaz de tal manera que fuese «campana» que se oyese en todo el reinado. En un día señalado hizo convocar a la corte y haciendo uno a uno llamar a los mas císcolos en un aparte los conducía a una mazmorra del alcázar oscense donde eran degollados por los verdugos. De este modo terrible fueron decapitados 15 magnates cuyas cabezas fueron colocadas en círculo. La del obispo Ordás (según otros la de Pedro Tizón, conde Monteagudo tenido por principal cabecilla fue colgada en el centro a modo de badajo rodeada por las de montes aragoneses como Ferrench de Luna, Bergua, Azlor, Corne, Vidaure, Foces, etc. Cumplida la terrible ejecución el rey, acompañado de su yerno el conde de Barcelona, hizo descende a toda la Corte a la trágica estancia. Todos quedaron atónicos. Pero la debida obediencia y el respetuoso acatamiento al monarca volvió a imperar en la nobleza. Según la fama, los cuepos de los desgraciados magnates fueron llevados a la cercana iglesia de San Juan de Jerusalén (tan solo hace años derribada) donde quedaron sepultados. Tranquilizado el reino, salvado el peligro exterior, asegurada la sucesión, el rey congulla dejó a su futuro yerno Ramón Berenguer el cetro y volvió a su vida monacal en San Pedro el Viejo.
¿Que veracidad tiene la leyenda?; sin duda la Genesis y los pormenores de ella es el ropaje literario de influencia clásica, conociéndose en las leyendas orientales antiguas narraciones iguales, cual el mensajero, la respuesta y el castigo. Pero, que hubo revueltas y matanzas, y que Ramiro impuso su autoridad inexorable, esto está aceptado por la sana crítica histórica. Los «anales compostelanos» (crónica muy cercana a aquella fecha) habla de la matanza de «las potestaddes de Huesca«; pero el carácter navelesco y poético de este castigo del rey, eso fue la obra del monje anónimo, autor de la «Crónica de San Juan de la Peña» que tantos errores y deformaciones contiene. El tema de la «campana» lo tomó la literatura nacional en todas las épocas, empezando en el romancero para luego pasar al teatro desde.- Lope de Vega, Martín de Meneses, Vera y Villarroel.- hasta llegar a la novela con Cánovas del Castillo y al verso catalán con Martí y Folguera, y culminar en el arte pictórico con el famose cuadro «la campana de Huesca» (del tipo romántico de la 2º mital del s. XIX) obra de Casado de Alisal, que está prestado hoy al ayuntamiento de Huesca.
Mazmorra de la Campana.- Su aspecto se presenta a las imágenes macabras en la que la Historia y la leyenda han envuelto aquel lugar: es un recinto reducido y alargado cuyas paredes lo forman recios muros propios de una fortaleza medioeval, formados por grandes sillares, dos arcos apuntados cruzándose, forman la bóveda donde según la fama debería colgar el badajo de la fatidica y terrible campana que tenía que oir todo Aragón. Una pálida luz penetra por las altas aspilleras abiertas en el muro. Completando la estancia debería colocarse el cuadro o copia del de Casado de Alisal que tanto popularizó la trágica leyenda. El estilo arquitectónico (iniciación del gótico) parece contradecir la época del suceso, si bien pudo hacer alli anteriormente una mazmorra que fuese luego reformada.
Cercana a la entrada de la «Campana» se sube por estrecha escalera a la llamada sala de Doña petronila. Es de los mas interesante de arquitectura civil románica que se encuentra en Huesca y en España. Probablemente es lo que resta del oratorio del alcázar real que mandara reconstruir Alfonso II; aún se observa en la puerta principal (hoy tapiada), y a pesar de la lastimosa restauración que ha desvirtuado en gran parte su carácter, resalta sin embargo su destino religioso, mas que salón del trono y otras dependencias que han querido ver algunos autores.
Parece demostrarlo el ábsde del lado S y los interesantes capiteles de la arquería que circunda la sola, con escenas de monjes, santos, motivos de absoluto carácter religioso, que conservan parte de su policromía antigua. Separan los arcos columnas salientes, adornados en sus mitas con circulos de follaje que sostienen la bóveda, torpemente rebajada en la restauración. Tres balcones se abren al N y S desde los que se contempla espléndidos panoramas de la hoya de Huesca y del famoso salto del Roldán. Hoy esta estancia histórica, sirve de depósito de libros repetidos de la Biblioteca provincial, procedentes de los viejos conventos de la ciudad.
Volviendo al claustro en su lado N, se encuentra la Biblioteca Provincial y del Instituto, formada principalmente de los fondos bibliográficos de la antigua Universidad Sertoriana y con las bibliotecas de los colegios de San Vicente y Santiago, además de otros fondos procedentes de los Monasterios de San Victorían, San Juan de la Peña, la EX-Catedral de Roda, juntamente a las valiosas donaciones del gran artista oscense D. Valentín Carderera. Hoy guarda mas de 38.000 volúmenes. Se encuentran entre los mas interesantes la Biblia Poliglota Complutense del Cardenal Cisneros, mas de 107 incunables, entre ellos algunos interesantísimos y 102 manuscritos.
Haciendo fondo de la Plaza de la Universidad se encuentra el Seminario Conciliar de Santa Cruz, (plano XXVI) gran caserón modernizado en el pasado siglo, fundaciónn del Obispo D. Pedro de Frago en 1571, siendo el primero que se instalara en España, siguiendo las disposiciones del concilio de Trento, para lo cual huno necesidad de segregar de la jurisdición de Montearagón la antigua iglesia de la Zuda o palacio moro de los antiguos walís de Huesca. De la Primitiva iglesia de Santa Cruz solo resta un ábside semicircular románico de principios del S. XIII.
A la salida- frente al instituto- el viejo Hospital Provincial, en cuyo extremo N. se encuentra la portada de la pequeña capilla, con un interesante relieve en el dintel, bajo airoso alero, que representa la Epifanía, obra gótica curiosa (s. XIV) por su composición y figuras, llevada a este lugar recientemente.
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