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Hay conceptos como «Nuevas Tecnologías» que ya se vienen repitiendo durante años e incluso décadas. Hablar de comunicaciones IP como nuevas tecnologías cuando el protocolo acaba de cumplir los 40 años es un lugar común con poco fundamento.
Lo que en realidad, a veces, es nuevo son las aplicaciones o nuevos usos de tecnologías que están siendo aplicadas en otros ámbitos.
Podemos hablar por ejemplo de los diodos LED, dispositivos de amplia utilización en electrónica y que todos conocemos como esas pequeñas lucecitas rojas o verdes que indican que el aparato de música o similar está conectado.
Y esta es una de sus mayores ventajas: su eficacia.
Una bombilla incandescente, como su propio nombre indica, se calienta hasta que emite luz, esto es un gran derroche, porque emite en todo tipo de colores (frecuencias) los que vemos y los que no utilizamos, y el calentamiento provoca estrés sobre los materiales y su consumo prematuro.
Cuando además queremos obtener un color específico la ineficacia aumenta, ponemos un filtro que elimina el resto de los colores, que han sido emitidos y consumen energía.

Tomemos el ejemplo del semáforo. Es un artefacto de comunicación, donde una señal roja (disco o figura humana) indica «alto» (no se puede pasar), y una señal verde indica «ahora se puede pasar». La señal intermedia indica próximo cambio entre una situación y otra.

El mismo efecto de la luz roja, se puede conseguir con un conjunto de diodos LED que emiten solo luz roja, pero el resultado es el consumo 10 veces menor y una duración de las infraestructuras de varias veces mayor.

Es pues un claro ejemplo de la utilización de la electrónica y los nuevos materiales en la vida diaria, esto si sería ahora una nueva tecnología, una aplicación nueva, a un uso cotidiano, con mejora del uso.
La tecnología LED consume 10 veces menos, Una lampara de 40 W puede ser sustituida por un LED de 3 W.
Y el ahorro durante su vida útil alcanzar los 200 kg de CO2.

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